Recuerdos, los llaman recuerdos
a la tempestad que deja
caer el cielo sobre los techos,
y nostalgia al abanico de emociones
que produce esta tempestad,
algunos lo llaman peso extra…
tiempo perdido.
Pero yo he llegado a creer
que todos vivimos de recuerdos,
que unas veces producen emociones profundas
y otras, no produce nada.
He llegado a creer que esta tempestad
a veces la tiene contra los techos,
los hace sonar muy fuertes y parece
querer tirarlos al suelo.
Algunas veces lo hace, hay quienes
no pueden recordar con felicidad
y quienes recordar les hace felices,
hay quienes aman esa tempestad
o a lo que trae consigo esa tempestad,
también los hay quienes la evitan
porque le temen,
temen que los pueda derrumbar.
Algunas personas pierden su norte
cuando suena en su techo la tempestad
y se refugian donde no la puedan escuchar
debajo de los muebles, en los garitos, en el sexo
o el alcoholismo,
allí se sienten seguros,
saben que la tempestad esta allá afuera
pero la ignoran,
hay amores que viven de recuerdos,
amores que ya no son amores
y solo recuerdos.
Hay recuerdos que en vez de tempestad
son cálido rocío matinal,
hay gurúes que invocan la tempestad
para humedecer su pálido jardín de emociones,
hay emociones que no necesitan
de la tempestad,
y tempestades que no provocan emociones.
Hay tempestades que duran muy poco
y tempestades que se lleven
toda una vida,
hay tempestades que dejan un hermoso
arcoíris al difuminarse,
y también hay de las que dejan
un río caudaloso a su paso.
También hay lloviznas
que jamás llegan a ser tempestades,
que solo riegan el jardín y dejan
un delicioso aroma en la tierra mojada,
a esos recuerdos se les llama “lejanos”.
A veces llega ser crónicas,
pero al parecer hay un ruido
que no para de azotar mi techo,
debe ser una tempestad.
Comentarios1
Fascínate, lo ame.
gracias me alegra que te agrade
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