No filtré mi nombre, derramado hasta los oídos de los que me rodean, a través de las estructuras construidas con los hilos de la telaraña del pasado. Su araña está en los panteones y en los humos de ideas que oscilan entre las montañas del pensamiento. No bañé mi nombre en las cascadas muertas, sino hasta que las nubes me trajeron su algodón de dulce, que hizo mi lengua fugitiva de la carne podrida y de los libros forjados a la ilusión de los ojos encerrados.
Se quemaron mis letras en la caída del tiempo. Cuando las manecillas estallaron, por la sensibilidad en mi no tiempo, se pararon los guardianes de la verdad absoluta, y corriendo, fueron a engañar a otros labios.
Mi verbo se hizo carne de fuego, mi fuego que tanto me acompañó y me acompaña en las sendas de la vida, que colorean y se hacen y deshacen y vuelven y se elevan y son cambio y cambio, y formas y forma, y color y colores, y vuelan como se vuela en el presente viaje que declama las poesías sin lenguaje que antaño crearon el verso humano.
- Autor: ARA (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de diciembre de 2020 a las 14:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
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