Johann Sebastian Parra Rodríguez, mi amado hijo.
En el 2020 aprendí...
Aprendí que la familia es un hado que debemos valorar, colmar de amor, y que esa actitud pertenece al hoy y no al más allá.
Aprendí que mi casa es el mejor lugar para amar, disfrutar el paisaje desde mi ventanal y escribir poesias a mi mamá.
Aprendí que la vida es finita. No sabemos cuando nos vamos, pendemos de un hilo y en cualquier instante volamos.
Aprendí que hay que abrazar ahora, no dejarlo para después, se hace tarde querer y a veces imposible, agradecer.
Aprendí que si no luchamos por lo que queremos, nunca lo obtendremos, se esfumaran los sueños y serán meros recuerdos.
Aprendí que así como llegamos, también nos vamos, por lo que en el existir, el buen obrar, grabará el elixir inmortal.
Aprendí que el amor es un acto presencial y un ejercicio espiritual, que se logra estando y siendo, palpando y soñando.
Aprendí que la lontananza no existe si se ama, pues ese sentimiento se lleva en el corazón y allí palpita con fervor y pasión.
Aprendí que la amistad es un hermoso regalo que nos damos y que enaltece los momentos felices por los que brindamos.
Aprendí que es un vínculo de fidelidad que cabalga en las llanuras y montañas de la vida, con hidalguía, sin cansancio y sinceridad.
Aprendí que somos seres incompletos que nos compensamos los unos a los otros para lograr la plenitud del ser humano.
Aprendí que en el desarrollo de la vida hay buenos y malos momentos y que todos son útiles para perfeccionarnos.
Aprendí que la vida no es una receta, es una agenda libre que sorprende con la muerte que emana de repente y nos deja inertes.
Aprendí que el dolor por la pérdida de un familiar o de un amigo, se hace más ingravido, cuando en vida lo hemos amado y respetado.
Aprendí que hay seres de luz en nuestras vidas, que, al elevarse, se quedan para siempre, iluminando la senda de la fe.
Aprendí que la hermandad, la solidarfidad y la gratitud van de la mano, exacerbando el afecto y las ganas de seguir luchando.
Aprendí a no desesperarme ni a suponer; que todo tiene su justo momento y al darse, todo se puede entender.
Aprendí que a falta de dirección, el pueblo sobrevive y se levanta a punta de honor, superando obstáculos con tesón.
- Autor: Rafael Parra Barrios (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de enero de 2021 a las 11:51
- Comentario del autor sobre el poema: Aprendí que la familia es un hado que debemos valorar, colmar de amor, y que esa actitud pertenece al hoy y no al más allá. Aprendí que mi casa es el mejor lugar para amar, disfrutar el paisaje desde mi ventanal y escribir poesias a mi mamá. Aprendí que la vida es finita. No sabemos cuando nos vamos, pendemos de un hilo y en cualquier instante volamos.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Rafael Parra Barrios, Rosalways
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