Hay quienes nacen irremediablemente rotos. Lo he descubierto.
No reduzco mi sentencia a las pútridas raíces de la propia carne, o a las dolientes marcas que retornan de remotas despedidas. Tampoco hablo de linajes, ni de las configuraciones del polvo, que es la materia, ni de la implacable constancia que rigen las vacías manos de Dios.
Ahí están. Son aquellos que avizoran el infranqueable anhelo, y la imposibilidad de callarlo. El desgarro de ser y seguir muerto.
Ahora lo sé. Persiste un eco en los perdidos recovecos de mi ciudad, un gris ocaso en los cansados ojos de los ciegos. Me resigno. Soy la necesidad de decir, y la eternidad del silencio.
- Autor: Anthuan Hols Ksals ( Offline)
- Publicado: 5 de enero de 2021 a las 01:49
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 12
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