Pregúntame el porqué de aquel acuerdo
que nos encerró, a ti tan dentro de mi
y a mi tan dentro de otros.
Pregúntamelo, ahora que nos reencontramos,
ahora que tocan a la puerta
otra vez, las inquietudes de esos días.
Nada se ha resuelto después de tantos años.
Y vienes, ahora que ya había aprendido
a cohabitar con la soledad de otras compañías,
vienes a encenderme el alma.
Encuentras, siempre, la manera
de persistir en las cosas,
en el color del cielo más íntimo.
Y vienes, ahora que había logrado callar
la parte tuya de mí misma,
había logrado ignorar ese trozo
de mi corazón que aún te ama.
Ese trozo, miedoso, que guarda, escondido,
las pasiones y los recuerdos.
Esa mitad en sombra de mi vida
que contra toda voluntad
sabe abrir el pomo de la inconsciencia
y ocupar, aún,
todos los lugares de mi memoria.
Aquel silencio vuelve ahora
a remover la calma en la que me había instalado.
La vida se agita, inquieta, ante tu presencia,
un recuerdo tuyo, aviva las cenizas de la hoguera.
Aquella hambre retenida,
aquellas ganas que marcamos como imposibles
para no hacernos daño el uno al otro.
Aquel amor que sigue viviendo en mis ojos,
aquel amor que ya no es amor,
que no sé lo que es, pero que duele.
- Autor: Mireia Polo Cardona (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de enero de 2021 a las 09:12
- Categoría: Amor
- Lecturas: 55
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Raúl Carreras, Anabell López Rodríguez
Comentarios2
Me recordó a este poema:
¿Cuánto hacía? Media vida
desde aquel último beso.
Desde el hilo de esperanza
que, en el hielo de una noche
de un octubre atormentado,
me engañó con la ilusión.
No hubo tales, ni esperanzas
ni ilusiones, solo heridas
de puñales incrustados
en el alma y corazón.
Y, hoy de nuevo, casualmente
apareces como antaño,
con mirada iluminada,
con sonrisa fascinante,
con el aura hipnotizante
de la ninfa de otro tiempo,
que më hizo enamorarme.
Y te acercas, y me tomas
de la mano dulcemente,
y acaricias con tus yemas
las suturas de mi piel.
Y tus labios, que se adosan
peligrosos al contorno
de los míos, me susurran
nebulosas que no entiendo.
Y agitado y confundido,
te suplico que lo pienses,
que no actúes si no sientes,
que no poses en mi boca
los placeres del amor
si de nuevo me hará daño.
¡Y me besas! Ese beso
que me sabe como siempre,
que se guarda en mi memoria
para herirme eternamente.
Te lo dije, ¡te lo dije!,
te rogué que no lo hicieras,
porque sabes que me muero
aunque beses en mis sueños.
uff muy intenso ¿Quién es el autor?
Y como duele, por Dios, pero has encontrado la manera más bonita y delicada de narrar ese dolor. Lo adore. Feliz día.
Lo escribí con el corazón y cuando el corazón es el que elige las palabras siempre sale algo bonito. Me alegro que te guste, muchas gracias!!
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