A Betsabé Calderón Mena
De su casa se llevaron casi todo
pero quedó llena de su presencia
donde un tumulto de gente repartía cosas.
La mejor parte nadie nunca la pelea.
La casa quedó con sus plantas,
mi herencia fue aprender a regarlas correctamente.
Se ponen los dedos así
como cuando se agarra un puñado de arena
y esta se pierde entre los dedos.
Se deja caer un chorrito de agua del pichel
para que la planta piense que es lluvia.
Deben moverse los dedos
como se acaricia un perro en la barriga.
Esto esparce el agua por toda la planta.
Luego se sonríe y se contempla
aquello tan bello que ocurre.
- Autor: Pablo Romero Barboza ( Offline)
- Publicado: 10 de enero de 2021 a las 01:19
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: Nhylath
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