Dejándote

Esteban Mario Couceyro



Voy conduciendo

el automóvil

no sé si somos uno

así, cómodo

sin frío o calor

voy

solo por irme.



Todo parece

un escenario sin interés

las manos aferran

ese mundo perfecto

la efímera armonía del todo.



El escenario cambia

comienza la montaña

el camino sinuoso

deja ver profundos

valles

y una curva

infinita.



Como lo vivido

en esa despedida

sabiéndola última

…….

tu mirada

las manos deslizándose

entre ellas

………..

los silencios

girar los pasos

alejándome.



Acelero al infinito

dejando todo

lo que no pude.



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Comentarios +

Comentarios2

  • Tommy Duque

    Me tocaste en el lado flaco hermano, me encanta subirme al vehículo y manejar sin dirección ni limitaciones de tiempo.
    A veces hago lo mismo, pero sin el vehículo de metal, si no el mental, y los resultados son casi los mismos.
    Saludos.
    Tommy Duque.

    • Esteban Mario Couceyro

      Vivimos en lugares extenso, la Argentina lo es, dónde se viaja por horas, en absoluta soledad.
      Es en esos momentos, que uno puede encontrarse con esos universos dudosos de la realidad.
      Recuerdo que hace unos años atrás, viajaba desde la Pampa a Bahía Blanca, ya de noche y sin luna. Es una recta infinita, de cientos de kilómetros solo alumbrada por los faros del automóvil, a los lados un espeso monte, uniforme como paredes negras.
      El cielo, oscuro, infintamente filtrado por las estrellas, una visión estática y engañosa, parecía que estaba detenido y el velocímetro, llegaba al tope de su posibilidad.
      En un momento, por delante a unos cientos de metros, cruza la ruta, una leona de mediano porte (puma, león americano). Fue tan lejos que no aminoré la velocidad, pensando en la oportuna visión de ese mundo irreal para mí.
      En la brevedad de mi reflexión, a los pocos metros, aparece un enorme macho, que se detiene a la altura de mi cabeza.
      Fueron milésimas de tiempo, que me parecieron eternidades, con esa cabeza enorme mirándome directamente a los ojos. Por la velocidad, no me explico como pude observar los detalles de ese impnente animal.
      Seguí como venía, ajeno a la circunstancia vivida, hasta que comenzé a darme cuenta, cerrando por un instante los ojos, de ese paisaje estático.
      Cuando los abrí nuevamente..., el paisaje había cambiado totalmente, el monte no estaba y la infinita llanura, se abría ante mi.
      Te aseguro, que no volví a cerrar los ojos, hasta ver las luces de mi ciudad.
      Si estoy acostumbrado a conducir, por horas, en tanto hago catarsis con mis pensamientos.
      Tal como el personaje de hoy, huyendo más de él mismo que de quién se había despedido.
      Un abrazo.
      Esteban

    • alicia perez hernandez

      VERSOS INFINITO DE BELLOS

      • Esteban Mario Couceyro

        Gracias, Alicia por tus palabras, la belleza está en la interpretación.
        Un abrazo.
        Esteban



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