Voy conduciendo
el automóvil
no sé si somos uno
así, cómodo
sin frío o calor
voy
solo por irme.
Todo parece
un escenario sin interés
las manos aferran
ese mundo perfecto
la efímera armonía del todo.
El escenario cambia
comienza la montaña
el camino sinuoso
deja ver profundos
valles
y una curva
infinita.
Como lo vivido
en esa despedida
sabiéndola última
…….
tu mirada
las manos deslizándose
entre ellas
………..
los silencios
girar los pasos
alejándome.
Acelero al infinito
dejando todo
lo que no pude.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de enero de 2021 a las 10:09
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 65
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Hugo Emilio Ocanto
Comentarios2
Me tocaste en el lado flaco hermano, me encanta subirme al vehículo y manejar sin dirección ni limitaciones de tiempo.
A veces hago lo mismo, pero sin el vehículo de metal, si no el mental, y los resultados son casi los mismos.
Saludos.
Tommy Duque.
Vivimos en lugares extenso, la Argentina lo es, dónde se viaja por horas, en absoluta soledad.
Es en esos momentos, que uno puede encontrarse con esos universos dudosos de la realidad.
Recuerdo que hace unos años atrás, viajaba desde la Pampa a Bahía Blanca, ya de noche y sin luna. Es una recta infinita, de cientos de kilómetros solo alumbrada por los faros del automóvil, a los lados un espeso monte, uniforme como paredes negras.
El cielo, oscuro, infintamente filtrado por las estrellas, una visión estática y engañosa, parecía que estaba detenido y el velocímetro, llegaba al tope de su posibilidad.
En un momento, por delante a unos cientos de metros, cruza la ruta, una leona de mediano porte (puma, león americano). Fue tan lejos que no aminoré la velocidad, pensando en la oportuna visión de ese mundo irreal para mí.
En la brevedad de mi reflexión, a los pocos metros, aparece un enorme macho, que se detiene a la altura de mi cabeza.
Fueron milésimas de tiempo, que me parecieron eternidades, con esa cabeza enorme mirándome directamente a los ojos. Por la velocidad, no me explico como pude observar los detalles de ese impnente animal.
Seguí como venía, ajeno a la circunstancia vivida, hasta que comenzé a darme cuenta, cerrando por un instante los ojos, de ese paisaje estático.
Cuando los abrí nuevamente..., el paisaje había cambiado totalmente, el monte no estaba y la infinita llanura, se abría ante mi.
Te aseguro, que no volví a cerrar los ojos, hasta ver las luces de mi ciudad.
Si estoy acostumbrado a conducir, por horas, en tanto hago catarsis con mis pensamientos.
Tal como el personaje de hoy, huyendo más de él mismo que de quién se había despedido.
Un abrazo.
Esteban
VERSOS INFINITO DE BELLOS
Gracias, Alicia por tus palabras, la belleza está en la interpretación.
Un abrazo.
Esteban
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