Amélie.

Aturdido, agozapado en el óleo de sus benditos encantos.

Germinaron mis condenas, de las que yo merecía.

Mi amor como un regazo.
Mi alma quedándose en vilo.

Los minutos borrándola en el aire, lamiendo sus cicatrices con doble filo, bojando el meollo de su infierno y su cielo.

Como un remanso de lágrimas.
Se ha ido esta bella locura.
Se ha ido su infalible hermosura. 

Me tomó en las madrugadas el insomnio de sus noches, me atraganto con el rosa de sus labios. Mi sufrir por ella, rebosado como vino añejo en copa de frágil cristal. 

Buscándola en días oscuros.
Buscándola en tardes vacías,
buscándola en noches en vela. 

Se ha perdido mi huella en su mar. 
Se ha perdido mi sentir en su altar.

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