XXXIII
Tengo una necesidad
similar a la salida del sol,
libre de memoria
de rolar por lo infinito
con un pincel en la mano.
XXXIV
Tú crees que voy
pero yo ya no estoy
Mírame, no tengo ojos,
soy solo palabra,
la palabra que te llama
al verme más allá del páramo,
como si yo fuera una góndola de papel
para ir a besar a lo que atardece
Y me olvidas
como si nada hubiese ocurrido
cuando das pie atrás
y vuelves al sondeo de los dados,
al inescrupuloso péndulo,
y ya todo,
todo retorna al lugar que nunca se tiene,
y me olvidas
XLVII
A decir verdad,
más cisne quise ser
al llegar a la orilla
y me vi allí
solo como una gota,
algo que nadie sabe,
algo que solo tú puedes revelar
Pensé que todo era un espejo
y que los árboles eran montañas
y que la lluvia era una hoja
donde un niño
escribía su novela de amor
Entonces,
supe que todo se acababa,
y a decir verdad,
en menos cisne me convertí
y me alejé de la orilla
Y comprendí así
que ya no era poeta
CCXXXII
He llorado por la dicha de ser
en algún lugar del mundo.
CCLXXXIII
¡Yo soy la rosa
a la que le han cantado
todos los poetas!
CCCXXI
Soy el crepúsculo que no piensa,
la nube que va sin enterarse de nada,
el día que no es día,
y la mujer sin senos ni silencios.
Soy eso,
y nada más que eso.
CCCXXXV
La muerte está a cada instante,
no al final,
pero se oculta
como una niña de su abuelo
que pretende arrebatarle su único dulce.
Ese dulce es la vida.
- Autor: Pablo Veliz Bacigalupo ( Offline)
- Publicado: 13 de enero de 2021 a las 18:38
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
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