Amanecer veintiocho

Ron Alphonso

Amanecer veintiocho

Nuevo amanecer,
hoy el día esta gris,
pero a pesar del cansancio evidente,
aquí estoy a tu lado,
recargándome de tu paz,
la tibieza de tu mano me fortalece
y no puedo negar unas lágrimas,
en silencio,
para no importunar tu reposo.

Cuando me sientes triste,
te inquietas
y reprocho mi estupidez.
Tu lloras de manera prudente
y tu lágrima viaja en mi dedo
hasta el lado izquierdo de mi pecho,
donde dicen que los terrícolas,
tienen el corazón;
en mi planeta,
amamos con el alma
y esa, la tenemos en todo el cuerpo.

Te has negado a mostrar las señales,
que me hicieron ilusionar,
estás cansada,
quizá frustrada,
te hablamos demasiado
y te desanimas al no poder responder.
Solo te diré cuanto te amo,
pegaré mi cara a la tuya,
para sentir tu ternura y sobrevivir.

Hoy no me bastan 16 horas diarias,
despertar autómatamente,
bañarme dormido,
tomar café frio
y salir corriendo como escolar apurado.
Nunca lo hice antes en mi vida,
me distinguí por impuntual,
insistí que cada uno llegara a su hora,
pero con el compromiso de irse,
solo cuando todo estuviera terminado;
contigo, ni el cansancio me detiene,
me darán un record Guiness,
por alto consumo de energéticos.
Pero siempre estaré en guardia,
como guerrero ninja, enfrente tuyo,
con mi pecho como escudo,
no con la idea de cuidarte mientras te vas,
sino de amarte mientras estés.

Me convencerán mas fácil,
que el sol saldrá de noche,
que tu, mi Monita ñeñeñé,
algún dia te irás.
Ya lo sabes... si algo pasa...
me esperas en el viejo café del camino destapado,
a las 10...
Iré en mi pegaso rosado,
de orejitas grises
y solo Zeus sabrá a donde iremos...
Recuerda, a las 10, en el viejo café.

Ron Alphonso
22 de enero 202

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