Hoy millares de gente se van sin bullicio, como ríos revueltos
cuyas aguas taludes marchan dejando todo turbio atrás.
Cuerpos yacientes, cavernas ávidas aún de vida en sus pupilas.
Cuerpos conturbados en habitaciones blancas, deshabitados,
distanciados de los acidulantes suspiros
calles enarbolando moños negros, con remotas capillas con santos,
imágenes y crucifijos implorando al cielo entre rezos, flores y cirios.
Cuerpos desnudos imperfectamente limpios y fríos
que exhalaron el adiós solos entre dolorosos gemidos
Manos con ganas de viajar a las palabras y en cambio en cruz ceñidos
adheridos al cuerpo vacío de latidos, atónita mortaja de martirio.
Labios ajenos a la humedad de un beso y aun multiplican el virus.
Cuerpos relentes que duerman sin sufrir más el profundo asfixio.
seres que descerrajaron el denso y vibrante firmamento
Cuerpos que trasminan oscuridad, soledad y el vacío de los vivos.
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