De la mano de mi padre comencé a ir a los carnavales de mi pueblo. Me encantaba. La casualidad agregó que el campamento de “Los Locos del Paraíso” -murga fraybentina que venía a Mercedes- se instalaba por días en una barraca frente a mi casa de la calle Rodó al 907, en la esquina con J.P.Varela.
Viví la pre bacanal y los aprestos de los caras pintadas que trajeron desde su urbe -tan cercana como son lejanos 35 quilómetros de distancia en tiempos de omnibuses destartalados tapizados por doquier con polvorienta granza carretera- de flautas cañeras con un papel vibrador en el extremo que acompañaba la percusión tradicional, donde el super bombo impresionaba con la contundencia rítmica de sus alegatos estruendosos.
Ya más niñito concurría sin compañía al Concurso de la Plaza de Deportes en la Rambla cuando conocí al mítico Zenona y su clásica “Don Curdela y Compañía”.Todo me atrapaba, pese a que por tan desafinados los coros no podía descifrar el mensaje, incluida mi propia inmadurez social interpretativa de la propuesta.
En ocasiones acompañaba de a pie y descalzo en las siestas aldeanas al conjunto coral “Los Laureles” de mi barrio Mondongo que lideraba Titonga Pozzolo, hermano del recordado Luis Bernardo, el fallecido senador, vendiendo yo los versos que competían con los de “Los Llaneros” del patizambo cow boy Río Kid Fernández, personaje barrial del Túnel ferrocarrilero.
Los corsos convocaban multitudes pluralistas en la Rambla y en el centro, a veces tomando las calles Rodó y Lavalleja. Eran una maravilla para eyectar fantasías. Los papelitos formaban colchones en el piso mientras que las serpentinas se enredaban en los carros no dejándolos avanzar en calidoscopio de luces eléctricas, itinerario festivo y paralelo en doble vía a la costa del río Negro. ¡Cuántos relumbres y amores incipientes, después consagrados en la Catedral de Nuestra Señora de las Mercedes! O...sólo por su costadito.Hasta las sensaciones gastronómicas y visuales quedaron para siempre en mis papilas gustativas y pupilas videntes. El sabor de los chorizos y sus columnas de humos parecían mensajerías del far west indígena norteamericano;las rojas sandías, frescas y almibaradas, calmaban la sed; y el apetito nocturnal las milanesas del Hotel Navarro, “El Vasco” o “Ramos y Frantchez”. Las embestidas bagualas de “caballitos” emponchados y sus látigos; el solitario Indio gritón, la más hermosa arquitectura anatómica de músculos y esplendores físicos; el pobre oso y su pelambre de arpillera que le aumentaba a 45º la sensación calórica del estío, desparramaban efluvios sudoríporos polutos a tres cuadras de distancia cuando febrero era un verdadero mes arrebatadamente canicular. Las coquetas mascaritas, el Marqués de las Cabriolas y los versos del misterioso Peluzón, los bailes en las Confiterías "La Central" de los Zefferino, la de Garramón, Clubes Remeros y sus Piratas, Praga y las Colegiales en asaltos famosos, Olímpico, El Remanso y hasta el Centro Uruguayo de los danzarines pitucos del Sombrero, completaban el aquelarre de renovados paganismos.Después ya no había en el pueblo mas fiestas....hasta el otro Carnaval. ¡Cúan distinto de nuestros días vigentes que hay quinielas, y otras chances variadas para el mundillo de cotidianos y rutinarios pasatiempos aleatorios , hasta en doble horario durante toda la semana! The ocio time y la nueva enfermedad llamada ludopatía.¡Socialmente peligrosa tal otras,aunque ellas más publicitadas!
…
Todo aquello que fue tan hermoso se vino a pique.Ni sé por qué. Pero así fue. Esos años de debacles también se llevaron, coincidentemente, mi primera juventud.
Vino otra época.Con mezclados, nuevos y espectaculares encantos. Eran los eternamente inolvidables años sesenta. Lapso glorioso en la historia del mundo. Desde Los Beatles de Liverpool al descenso en la luna de Neil Armostrong y sus compañeros de hazaña Aldrins y Collins. De los transplantes de corazón sudafricanos de Barnard a la bio micro genética, la cibernética, la Guerra Fría , los hippy, el mayo francés, la primavera de Praga, Mac Luhan y Juan XXIII, el argentino Club del Clan , Los Iracundos de Paysandú, Spencer y Joya. Pero el carnaval, al modo de antaño, quedó moribundo,viviendo vegetativamente. Las instituciones políticas del país también, desde febrero del 73 -cuando los “nabos” de izquierda se tragaron el anzuelo “peruanista”- y públicamente desde junio de ese año, enfermaron de gravedad con la dictadura bicolor, verde militar y civil con chaquet.
Las murgas algo resistieron con estratégicos lenguajes camuflados, sosteniendo una espera resistente y paciente en Montevideo.
La dictadura se terminó entre causas endógenas y exógenas, pactando su salida no en el Car-Naval, sino en el Club Naval.
Con las milicias otra vez en los cuarteles, las murgas siguieron jugando a la resistencia y se folletinizaron tremolando las banderas gramscianas de una coalición cocktail, donde por igual se nutrían los variopintos comensales del caviar aquí y del guiso arrocero allá, pese a que todo el pueblo, sin diferencias sustanciales de paladares, bregó dentro de lo suyo por la reinstitucionalización.
De tanto reiterarse en los panfletos, pudrieron y cansaron. Las de la Unión y las de La Teja. De nada sirvió el desvarío entre el estilo “murga-murga” y “murga- pueblo” para cacarear camelos entre la primera, con la farinera oculta y su gemela, la otra, a cara descubierta.
Ante el vacío de nadas sonoras populares en los escenarios, sobrevino el salvataje del movimiento “murga joven”, con otra perspectiva, con algún prurito acomodaticio y homeostásico.Letras más tenuemente despolitizadas, pero propias en su mensaje de abordajes muy propios de una cátedra de filosofía o de teología de la Universidad Pública o de la Católica ,voces en canon de la polifonía concertista , porque la moda impuso que exclusivamente con la tercera, la prima y la sobre prima diacrónicasmente , iban todos al muere frente a los cultos Tribunales Concursales, asaz exigentes.
El nuevo gurú tuvo un nombre.Tabaré Cardozo y su murga “Agarrate Catalina”que hizo increíblemente una letra sobre la transubstanciación de la Santísma Trinidad de los católicos.Atrapó y atrajo multitudes.
Los antiguos agrupamientos no se adaptaron al cambio y siguieron como en los años sesenta y anteriores, jugando a la "revolución popular". Sonaron como arpa vieja o guitarra de cantor bolichero.
Pero “Catalina” vio ipso facto que el negocio estaba en otro cofre fort y “agarró” para el lado más rentable. Autoexilio del carnaval del pueblo para lucrar, sea en todo tiempo calendario y en cualquier escenario.Nacional o extranjero.Se le “derrumbó el telón de la bacanal” y fue con su “humanidad” a recolectar grandes números para sus ya rotundos balances.Un gran éxito consiguió al hacer capitalismo de su socialismo en aras de su exquisita , sublime y atrapante calidad dentro del género.
En pos del espacio ya vacío dejado por el cardozal, andan muy parejas varias murgas postulantes. Las de nombres tradicionales siguen cautivas de la paranoica propuesta antigua, paráfrasis canora de la pierna hábil del supremo futbolista zurdo de Peñarol y de la campeoana seleccion uruguaya, Venancio Ramos.
En tanto la derecha política aspira a tener "su" murga, pero sin èxito y menos aún sin poner esfuerzo para conseguirlo. No creo que lo logre porque el escenario ya esta copado: no entra un nuevo huevito en ese nido de píos de una sola galladura.
Este año la Pandemia confinò el Carnaval que no se harà. Hay mucha tristeza en miles y miles de notivagos y muy poca resignación.Las clásicas "despedidas" se adelantaron sin escucharse los cuplès. Quizás el año que viene...si el bicho malo, virósico y coronado, lo permite.
- Autor: Charo. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de febrero de 2021 a las 16:21
- Comentario del autor sobre el poema: Reminiscencias , viejas unas, actuales otras, de un caleidoscopio carnavalero en una fiesta popular y sus engarces procesales. Imagen en prosa con otros factores de la vida popular de esa nación pequeña que es el Uruguay austral. Un aquelarre de caras pintadas, coros, poesìa , danza, amoríos, procesiones , folcore y socialización de la política entre luces brillantinas de todos los colores para miles y miles de notivagos. Este año paréntesis forzoso en el ritual de Momo que la Pandemia confinó el festival. Muchos lloran y otros se resignan...."hasta el otro Carnaval"....
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4
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