**~Novela Corta - La Más Amada Raquel - Parte Final~**

Zoraya M. Rodríguez

Luego, comenzó la inquietud de hacer crecer y de expandir su negocio y lo que hizo fue una sucursal a cinco cuadras de su hogar. Y luego más tarde pensó en llevar su producto hacia lo internacional, en una página en on-line, porque la racha y el tiempo congelado en que no vendía lencerías la hizo en buena voluntad, en hacer las compras en on-line. Y, también, le fue tan o más bien, ella se merecía eso y mucho más. Cuando en el lupanar “La Manzana”, se vió en tres y dos, cuando algunos hombres de su exquisitez se fueron con las muchachas a hacer sexo, y ella se entristeció porque no es que no le funcionó la táctica en volver a enamorar a los hombres con sus mujeres mirando y observando a sus mujeres con ese tipo de lencerías, las cuales, se supone que no regresaran más al lupanar “La Manzana”. Ella, sólo quería hacer terminar la prostitución, pero, eso como que no se podía, si siempre y cuando existiera alguien que les comprara el bendito o maldito sexo, y tal vez, dejando sin comer a todas esas muchachas que se vendían para poder comer y llevar sustento a sus hogares, pero, no, no, ella no era así, sólo quería expandir su negocio y dar de empleo a ellas como empleadas del mismo, si su negocio iba viento en popa, y eso le gustaba a ella, pero, no a las demás, les gustaba más el vender su sexo que en vender lencerías. Si para aquel entonces, se había hecho una intervención policial en el prostíbulo “La Manzana”, y se llevaron las mismas prostitutas que ella Raquel, les había ofrecido el empleo y que dijeron no, porque no les gustaba el empleo. Cuando, de pronto, ella hizo hasta lo imposible por sacarlas de allí, o sea, de la cárcel a donde se las habían llevado, pero, fue casi infructuoso, eran culpables por vender el bendito o el maldito sexo y que para muchos era bendición, pero, para otros no. Cuando ella, Raquel, era la más amada Raquel, del lupanar “La Manzana”, y en esa mancebía, ella Raquel, había caído por hambre y para pagar sus deudas y así, fue ella, creciendo, aumentando experiencia y ganancias en ese negocio, el cual, ella lo adoraba. Y era el de lencerías, y le gustaba más el azul añil con encajes de color blanco y perlas y canutillos. Sí, era ella Raquel, la más amada Raquel, si era de la mancebía de “La Manzana”, cuando su nombre estaba limpio y su alma impoluta, y tan verdadera como el de creer que su vida era una sorpresiva manera de atraer el dinero a sus manos y más a su negocio y con altas ganancias. Y así se fue “La Manzana”, si al negocio lo intervino la policía y perdió muchos clientes, pues, en “La Manzana”, era lo fuerte para ella y para su negocio de lencerías. Cuando el alma quedó limpia, el corazón muerto de temores, el sexo débil si no lo utilizó mucho, y con muchas y altas ganancias, que le solventaron la vida y su dinero bien asegurado en un banco internacional de la ciudad. Si “La Manzana”, quedó como un mal y terrible recuerdo, pero, con buenos intereses acreditados a su virtud y más a sus ganancias. Su valor como mujer casi la pierde, casi pierde su virtud, pero, fue más inteligente y más astuta que nadie. Si desde niña fue pretenciosa, fue extremadamente inteligente y tomando experiencias y absorbiendo todo como esponja. El sexo, siempre para ella, quedará muerto o dormido, pues, el amor no lo conoció y no lo tuvo por mucho tiempo en el corazón. No vivió lo que tenía que vivir a su corta edad. Sino que aprendió a ser coqueta, pretenciosa, con experiencia y tratando de ser feliz siempre dando una sonrisa a todos por igual. Amaba más a las lencerías que a nada ni a nadie. Si podía haber hasta matado por ellas. Cuando en ella, Raquel, si era la más amada Raquel, la del aquel prostíbulo, la cual, la amaban más por sus lencerías que por el bendito o maldito sexo. Cuando el sol, sólo el sol, le daba el regalo más hermoso del día, en poder laborar para su propia fábrica la de las lencerías para todo tipo de mujer. Cuando en el suburbio del corazón y del coraje de amar, sólo se le dió una oportunidad en la vida misma. Cuando en el instante se le dió cómo proteger a su corazón del amor, cuando en el momento estaba y se hallaba soltera, pues, su forma de creer en el amor iba más allá de la razón perdida. Raquel, creía en el corazón, y en su forma de entregar el amor a otro. Aquel novio que la dejó y que la abandonó, pues, tuvo un accidente fatal en motora y murió en el acto tras chocar con un automóvil en la avenida. Y ella, Raquel, aunque nunca lo perdonó tampoco lo olvidó. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo se abrió el deseo en el corazón en volver a querer y en regresar a amar. Cuando en el ingrato momento se edificó como el volver a querer y en querer sobrevivir en el amor y en la pasión, tan real como el mismo amor dentro del interior cuando en el alma brillaba aún y quedaba poder encender la llama y la luz, dentro del interior. Cuando ella, Raquel, la maś amada Raquel, era y siempre será la más querida, pues, su interior amerita una sola salvación, cuando en el deseo de amar le regresó al corazón. Cuando la verdad sólo la lleva en el alma como una luz encendida como un farol. Cuando por interpretar la loa, se dedicó a ser más feliz y canta la canción, que decía así…

“Ay, Raquel, aquella mujer ciega en el amor,

que con su dolor hizo felicidad,

ay, Raquel, y soy ésa mujer la que con amabilidad,

te dice te amo y es mi clamor…”,

Cuando en la alborada se da lo que acontece, cuando amanece la furia y más la euforia automatizando la espera y tan inesperada en ser más amada y por un solo amor. Cuando en el cielo se da la fuerza, la que hoy se lanza en el corazón, dando toda razón y no perdida. Y la locura, para ella, no existe la locura, sino la discordia entre la cordura y la tortura en ser como el frío en la misma piel. Cuando en el deseo se dió y se ofreció como en el ambiente inerte y frío y con demasiado calor el desastre en convenir hacia el mundo inexistente de crueldades efímeras y de penurias en el corazón sin un solo amor. Buscaba un amor sí, claro que sí, si su corazón se llenó de calor y de pasiones buenas y amarse a solas, eso no iba con ella. Quería y deseaba a un americano, ella, Raquel, decía que ellos, los americanos, son siempre la sensación buena en querer ser y tener el sabor como un buen latino. Y lo halló entre el trajín de su fábrica, cuando sólo abarcó y creció su fábrica de lencerías y la llevó hacia los Estados Unidos, en busca de calor, riquezas y buena fortuna, y sí, que lo logró ella, Raquel. Obtuvo una sucursal dentro de un estado americano, y sí, que lo conoce y que era un buen empresario también, pues, lo conoce y entablan una conversación y se hacen muy buenos amigos hasta que crece la relación como sus empresas con un vínculo de inversiones. Cuando en lo personal, se enamora ella, Raquel, y le expresa de toda su vida pasada, pues, no todos tenemos el sello de santos en la frente. Él, como todo caballero, la acepta y la semana que está próxima a comenzar se casarán en el mejor hotel de la avenida central. Y se dice de todo, en los periódicos y revistas, de que eran la pareja del momento. Y se van a casar en la próxima semana, cuando era el aniversario de la empresa de lencerías de ella, de Raquel. Cuando siempre será la más amada Raquel, la que en el día laboraba en coser sus lencerías en todas tallas y colores y con perlas y con broderie y con canutillos, cuando sus gustos eran lo mejor del momento. Cuando sus lencerías formaban la batalla en cuestión de modas y de estilos, dando la cruel competencia en el mercado, local, nacional e internacional, y, también, por qué no. Cuando en el ámbito profesional, pues, creció y creció como la tormenta, como aquella tempestad que se avecinaba cuando llegaba la fría noche en vender sus lencerías en el prostíbulo “La Manzana”, y en que el deseo embargó el ánimo y más el corazón, pero, nunca más ni otra vez, en el corazón caería en las garras del bendito o maldito sexo vendido. Cuando ganaba más ingresos más en lencerías que en el sexo comprado y vendido por ellas. Cuando en el ámbito profesional de creer en el amor a toda costa, se dió el artefacto de ver el cielo en tormenta y más le recordaba su cruel y torturado pasado, pero, no no lo pensaba sino que imaginaba lo peor en ser esclava del maldito sexo, lo que más odiaba ella. Si prefirió en vender lencerías que vender su cuerpo. Y si era un prostíbulo llamado “La Manzana”, la que recorría desde niña la calle, por la cual, se hizo mujer y le enseñó correr por el mundo, y más a defenderse de poco a poco en el alma. Cuando en el interior del dolor se debía a que por las noches trataba de no llorar más, si tenía que trabajar para vender lencerías en esa mancebía de mujeres nocturnas. Cuando en el fingir del todo, ella cantaba su canción la más favorita, pues, en el alma, sólo en el alma se debatía una luz en que casi se apagaba. Y que decía así…

“Ay, Raquel, aquella mujer ciega en el amor,

que con su dolor hizo felicidad,

ay, Raquel, y soy ésa mujer la que con amabilidad,

te dice te amo y es mi clamor…”,

Cuando en el camino se aferró y se aterró el desierto mágico, en saber que el desastre, se veía venir en el alma, y siendo mojigata en la vida no era tampoco eso. Cuando en el lupanar se debía de aterrar la forma más vil y adyacente de ver el cielo como un límite y como un final en toda su vida. Cuando en el deseo y en la manera fiel de atraer el amor al corazón, se debía a que el desierto mágico se enfrió en la imaginación siendo la más amada Raquel, en que el deseo se aferró en el ocaso frío e inerte como el instante en que llegaba la noche desértica y en el mal, cuando en el amor llegó al corazón de Raquel. Cuando en la sorpresa se debía de atraer el amor en el solo corazón, cuando en el solo desperfecto y correcto corazón amó nuevamente sí, y amó al americano en cada gota del dolor, en que se veía la sola perfecta lencería y para las mujeres. Cuando en el ámbito personal, el americano, se enamoró de Raquel, y llegó el día esperado, el día de la boda de Raquel. Cuando en el camino se dió lo que más se dió un camino de rosas perfumadas como aquellas fresas de su propio olor cuando era la más limpia e impoluta en saber que era tan diferente sin las otras mujeres del prostíbulo, si era ella, la más amada Raquel. Cuando en el delirio se dió como la confianza inerte y tan fría como la misma lencería en que se vestía y se desvestía para amar y ser amada como toda diosa del olimpo griego. Cuando en el amor sólo pensaba e imaginaba permanecer en el desierto mágico, como el de salvaguardar el amor en el corazón, y más en el corazón y con una cruel herida, y tan letal como la misma muerte, pero, no, no, ella, Raquel, sólo debía de creer en el amor con el americano. Cuando en el altercado triunfante del dolor, se debía de creer en el descenso de su propia vida. Cuando en el ocaso frío se sintió como la noche fría cuando llegó la noche de su boda. Y disfrutó de todo el banquete en el hotel, y de toda la diversión de su propia boda y con el americano. Cuando la empresa creció como la espuma, y tan veloz como el mismo viento. Cuando en el ocaso enfrió el desastre de creer en el amor y más en el corazón. Si era ella, Raquel, la más amada Raquel. La que en la mancebía o en el lupanar, vendía sus lencerías en vez de su cuerpo. Y se casó en éste día, cuando le dió el sí, al americano con el que se casó y sí, fue muy feliz. Cuando en su interior cantó la loa, y que decía así…

 

“Yo quiero ver y sentir,

en el corazón la fuerza,

cuando en el instante lanza,

una advertencia y con ausencia,

la que das en el corazón,

si es todo y es así vivir, 

porque es como la razón,

y pensando en el alma,

con la calma y sin desarma,

porque yo soy muy feliz,

si mi vida no es un desliz…”.

 

Y recordó su vida pasada, cuando en el delirio y tan frío como el desastre de sentir el silencio, se debía a que el amor sólo ella, Raquel, así lo sentía en el corazón. Cuando el amor prolifera como néctar de la flor. Cuando sí, y fue muy feliz, pues, su vida no sólo cambió en todo sino que fue muy feliz. El americano, sabiendo de todo la ayudó en seguir hacia adelante, y la ayudó y le enseñó mucho más del empresarismo. Y creció más su fábrica de lencerías, y más en saber que las lencerías enloquecen al hombre y más por los ojos. Cuando en el ámbito comercial expandió sucursales y se tornó desesperadamente en una fábrica extremadamente eficaz.

Y ella, Raquel, la más amada Raquel, regresó a la calle que por tanto vivió y creció como toda mujer. Y vió a algunas niñas jugando a la prostitución, y se dijo, nunca más se verá una prostitución en la calle. Cuando su vida y su esencia y su fábrica se tornó extremadamente viral, y como toda empresa se dedicó en ser la más fuerte en crecimiento, y ayudó a mucha gente, cuando la prostitución pasó a segundo plano. Hizo de que su fábrica creciera y les dió un curso de costura a todas las niñas en el barrio y en la calle. Y quedó con el suave y delicado tormento de haber sido una más, sin saber del destino que cambió como órbita lunar atrapando el cuerpo como a una telaraña con su red. Y fue que el prostíbulo “La Manzana”, en la calle volvió, después de mucho tiempo en que ayudó a mucha gente y ella, Raquel, anciana y sin poder y sin más fuerzas que le ayudaran ayudar a esas niñas a no caer en la vil tentación del bendito o maldito sexo. Cuando una niña llamada Dulce, vió debajo de la mesa de aquella fábrica la muñeca con lencerías cuando ella, Raquel, vestía y desvestía a esa muñeca con trapos que caían por debajo de la mesa y que ella, Raquel, tomaba para confeccionar lencerías, cuando en el suburbio de lo acometido, se enfrió su desdén y sí, fue y tan parecida a Raquel, y sí, que le encantó la lencería como volver a retomar la vida pasada de esa diseñadora llamada Raquel, la más amada Raquel. Y Dulce, era la nueva diseñadora de trajes, lencerías y broderies, perlas y encajes, y canutillos, en la calle. Con la única diferencia que tomó las riendas de Raquel, si era la maś amada Raquel, la que le gustaba la lencería y más por ayudar a esa niña llamada Dulce, dulce como el mismo néctar de la flor. Si era Raquel, la más amada Raquel.



FIN

 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 6 de febrero de 2021 a las 00:04
  • Comentario del autor sobre el poema: Y era la más amada Raquel, la que en el prostíbulo se dedicaba a vender lencería en vez de su cuerpo y era su secreto…Mi 5ta novela del año 2021....y la #43 en total hasta el año 2021...
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 28
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