Y entonces todo vino
corriendo por el prado,
las calles, las veredas,
el piso y el teclado.
Llegaron a montones,
también me despertaron,
insistieron de pronto
que a cosas de mi agrado
las tengo que guardar,
dejarlas a mi lado,
cuidarlas sin respiro,
no tengo que olvidarlo.
Y entonces todo el día,
la noche, la alborada
llenaron de colores
montañas empolvadas
de blanco delicado
brillando en la distancia.
Vestidos de pavadas
entre las ramas sueltas
de un pino empecinado
que filtra en el invierno
el viento despiadado.
- Autor: Lucy (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de febrero de 2021 a las 00:22
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Marcos Reyes Fuentes
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