Soleá, dame la mano

Fátima Aranda

La vida me ha vencido. Así, desnuda,

herida, desgarradamente sangrante

y enferma, he perdido.

Me supera el trino de los pájaros anunciando la llegada

de los rayos del nuevo día; su vuelo alegre y nervioso

proclamando la felicidad del despertar al nuevo amanecer.

No me importa. Me invade ese sentimiento gris oxidado

con olor a hierro mohoso que paraliza el tornillo chirriante

que echa a andar la maquinaria.

Oyéndolos cantar quisiera que me llevaran sus alas

secando la sal del nudo que baja por mi garganta.

Escucho los primeros cordeles marciales 

de tendederos que corren por los balcones

bailando la ropa mojada, voces agudas saludan airosas 

por la mañana; pero sólo alcanzo a ver el halo de luz

que entra por las ranuras de mis persianas

verdes, torpes, desvencijadas.

Las voces se vuelven graves, chillonas, grotescas,

lejanas. Son los ruidos que penetran en la soledad ahuecada

de mi pecho; mi caja de resonancia deja pasar el silbido,

el ritmo se vuelve pausa y distorsiona el sonido

del latir de las palabras

que palpitan inefables en algún lugar,

calladas. Me tortura lo que dicen, cuando ríen, cuando paran,

se unen al rayo de sol, al pájaro con sus alas,

al viento que mece el reflejo de la luz de mi persiana.

Me somete lo vivido viviendo sin esperanza,

la espera se ha vuelto azufre y me revuelve las ganas.

Me trepana el canto, el vuelo, la luz,

la ropa, la casa, las sombras que traen

las nubes, la tormenta que descarga;

hasta la música un día que fue una isla,

mi calma, ya la entiendo como incordio,

no la soporto, me cansa.

Me hastía la gente, yo misma, mi tiempo,

mis circunstancias. Sólo escucho el trino y muero

cada día en mi ventana 

invidente. Me disculpo ante mi madre

su jazmín en mi mesita me acompaña,

noto aspereza en mi lengua de la piel de sus castañas 

ceniza, ardientes, tostadas.

Pido perdón a la vida por no saber valorarla.

La subestimé en sus fuerzas y he perdido esta batalla;

pero ganaré la guerra. Volverán las nubes blancas

y el trino traerá el dulzor de azahar

de la naranja. El sol volverá a dormirse

arrullado en mi persiana

verde, torpe, desvencijada.

Luz De Gas

  • Autor: Fátima Aranda (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de febrero de 2021 a las 07:29
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 39
  • Usuario favorito de este poema: Augusto Fleid.
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Comentarios1

  • Lualpri

    Triste y hermoso a la vez!
    Gracias...Todo pasa!
    Un abrazo.

    • Fátima Aranda

      "Todo pasa y todo queda,
      pero lo nuestro es pasar..."

      Gracias, amigo. Te envío un gran abrazo.
      Luz

      • Lualpri

        *Pasar haciendo caminos,
        Caminos sobre la mar.*

        Por nada poeta!
        Abrazo.



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