Bípedo de pensantes misterios
te dieron el caballo y sus amores
largo trote constructor de Imperios;
dóciles rebaños a nómades pastores
mansedumbre de lanas contra fríos
más los bosques de frutas y maderas
protección solar en sotos umbríos
y asi dominaste especies en las eras.
Tú, en cambio, petulante ¿qué diste?
Nada. Apenas se escuchó grave tu voz
cuando altivo y medroso solo hubiste…
de re-crear ¡infierno y paraíso de Dios!
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