Dolor de una traición no anunciada: ¿Y que pasa cuando quién te traiciona es tu mejor amiga?

Qewa

Mucho se habla sobre el dolor que causa el desengaño de un amor de pareja,

sobre ello, innumerables poemas, canciones, escritos existen en el mundo.

Mucho menos se ha hecho refiriéndose al dolor que produce una amiga,

un ser al que elegiste como parte de tu vida, y a quien abriste tus puertas,

una persona a la que permitiste navegar en lo más profundo de tu alma.

Aquella compañera a quien le diste a ti misma en su totalidad

 

Este poema tiene como objetivo explotar aquel dolor que guardo dentro.

No fue un novio imbécil – aunque los tuve- quien rompió mi corazón,

fue una amiga a la que quise con todo mi ser y le permití toda mi vida.

Cuando digo que me rompió el corazón no exagero ni por un momento,

no hablo de pequeñas grietas, que tienen lugar por vaivenes de la vida,

hablo del profundo apuñalamiento y quiebre de una parte de mí misma.

 

Era ella, era yo, dos amigas muy felices en medio de un hoyo de infelicidad.

Tontas y tristes muchachas, dolientes, sufrientes, amargadas con la vida.

Encontramos en ambas un refugio cálido y certero, nos necesitábamos.

Ella, con sus complejos maternales, me tomo como una cría, y me cuidó;

yo acepté su arrulló y me cobijé, la empecé a querer con toda mi vida.

Mi amor era puro y sincero, era intenso y verdadero, ella era mi luz.

 

Al analizar mi vida en retrospectiva, descubrí el hecho siguiente.

A mí, mi carácter difícil y fluctuante, mi historia llena de conflictos,

me había privado de ser capaz de sentir amor romántico genuino.

En la ambivalencia de mi ser, un día una, otro día ninguna,

mis impulsos eran grandes, mi autocontrol era casi inexistente.

Mientras que, en la amistad, mi amor era vasto, sincero y estable

 

Naturalmente le confié mi vida, ella supo cada uno de mis secretos.

Decidí dejarla navegar por lo más lejano de mi ser, fue la única.

Sin embargo, nada pareció bastarle, o al menos eso creo yo.

Un día desperté y el dolor de una cruel traición me abofeteó.

Era ella, aquella a quien había confiado todo, fue ella.

No podía creerlo, no pude concebirlo, tenía que ser un error.

 

Tanta fue mi sorpresa, que ni una lágrima, ni una palabra solté.

Imaginen tal estado de dolor y aflicción, mi cuerpo no respondió.

Mis emociones colisionaron, toda yo en un estado de inmovilidad,

Ni en cien vidas podría haber estado preparada para aquello.

De pronto las lágrimas brotaron, e inundaron el ambiente.

 Sentí un vacío profundo y certero que nunca se fue, nunca se ira

 

Ni los desamores que he sufrido, ni el dolor por el que he atravesado,

nada de ello había logrado quebrar mi corazón de esa manera.

Sufro día a día el dolor de un golpe que no espere, nunca esperaría.

Me aconsejan olvidarlo y sanar, ¿acaso algo así es posible?

No, señores y señoras, creo fielmente que hay cosas que no se olvidan.

El dolor que ocasionó esa traición es marca para la eternidad

 

La pienso todos los días, ¿Qué será de ella? ¿cómo la tratará la vida?

Despierto agitada por sueños recurrentes en los que aparece.

Somos nuevamente, en aquellos sueños, amigas como antes.

En la plaza, en la calle, en la calma de mi alcoba, no importa dónde,

ni con quien este, ella siempre aparece en mi mente y me conmueve.

¡Oh querida!, ¿qué me hiciste? ¿cómo pudiste, amiga mía?

 

  • Autor: Qewa (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 13 de febrero de 2021 a las 04:46
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 20
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