Cuento:
“El paseo por el Cosmos del abuelo y del nieto”.
(Por insistente encargo de mis churumbeles)
Qué gran dicha para el abuelo poder compartir con su nieto, el más preguntón y el más inquieto.
Sus padres en urgentes trámites por un par de días que debían realizar en otra ciudad, dejaron al chaval bajo el
cuidado de tan estimado y querido viejo.
Y una vez que la pareja de esposos se marchó en el auto, sin un trayecto ni recorrido planificado se fueron a caminar
por el campo de frondosos árboles, de nogales y de abetos.
Ernesto que era muy inquieto a cada momento preguntaba al abuelo cualquier detalle que le causaba desconcierto:
- Abuelo, siendo tan intenso el Sol ¿cómo es que en algunos lugares hay tanto hielo, o acá, por ejemplo, hay tanto verde follaje y en otros un seco desierto?
A lo que respondía de inmediato el muy solícito sexagenario, sin pausa ni receso:
- Ah, eso se debe, mi pequeño entre otros muchos elementos del relieve, a la calidad de los minerales presentes en el suelo.
Y ripostaba el chico con ocurrentes contrapunteos.
- Pensé que eran cosas de Dios, que nos coloca en unos lugares más o menos calor para que andemos de sabiduría sedientos.
La risa del abuelo a cada ocurrencia del niño se dejaba oír estentórea y entre los árboles retumbaba como eco.
Y a cada pregunta que hacia Ernesto al abuelo Pedro, era ocasión para filosofar por constituirse en interrogantes que
le colocaban en verdaderos aprietos.
Una que mucho le impactó se refería a los reflejos.
- Abuelo acaso en la vida existen espejismos que nos confunden a cada momento. Al agua y la luz, a eso me refiero.
- Bueno hijito, es la naturaleza un baúl con muchos secretos. Sólo con fe y esperanza podemos lograr descifrarlos, vea el caso de arco iris, por ejemplo.
- Me gusta contemplar el arco iris, pero algo creo que no está completo, apenas siete colores es lo que vemos y allí no está ni siquiera el negro.
- No te preocupes que todo tiene su explicación, Dios hizo todo a su imagen y semejanza, pero no todo es perfecto, para demostrar que sólo es una imagen. Del Sol veamos que, agradecemos por darnos una radiante luz, signo de verdad y de pureza, sin embargo, si notas bien, ese astro rey tiene manchas, señal de lo que te estoy diciendo.
Duró el paseo por el bosque, por la campiña, por los prados, por el campo a cielo abierto casi hasta que les fue oscureciendo.
Pensaba meditabundo el abuelo: La inocencia de los niños no tiene desperdicio, incluso en sus sueños.
Una vez retornados al hogar y casi a la hora de acostarse, le dice el pequeño nieto a su abuelo cuando este le narraba un cuento.
- Abuelito, ¿puedes hablar con la luna y la noche?
- Por supuesto que sí, dime ¿cuál es tu encargo?
- Qué bien, diles que no tengo sueño, y…
¿que si pueden hacerme un gran favor?
- ¿Cuál es ese favor mi inquieto preguntón?
- Diles que me tapan el Sol, que si por favor, se pueden hacer a un lado para que pueda seguir como el viento leyendo las señales del mismo cielo.
Y colorín, colorado, este cuento está tomado de algo parecido que les narré a mis nietos empijamados.
- Autor: Diccionario Poetico - Sinergia Literaria ( Offline)
- Publicado: 15 de febrero de 2021 a las 03:23
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Classman, Willie Moreno
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