Cuando llega el invierno, los abetos suelen dormir ante la tormenta. Los jardines, se muestran tristes y en cierto modo, algo avergonzado por haber perdido su encanto.
Las azaleas, los lirios, las dalias, incluso el jazmín, han perdido una buena parte de su fragante aroma...
La propia madrugada, ha decidido no despertar como lo hace de costumbre, mientras tanto, las petunias vierten su llanto al saberse ajadas, incluso el propio magnolio, ha decidido dejar caer sus lindas flores, para que sirvan de alfombra a la tierra silenciosa...
Ahora, tan solo queda esperar, el regreso de la nueva primavera, para que todo regrese a la normalidad perdida, y las flores se sientan reconfortadas y orgullosas ante aquellas miradas, que saben apreciarlas como bien se merecen.
Comentarios1
El ritmo de la vida lo deciden la cantidad de rayos de sol que riega las estaciones.
Consecuencia (dicen) del balanceo del planeta tierra durante su periplo orbital alrededor del sol.
Mas que nunca nos muestra el dicho Darwiniano .... adaptación de las especies
que observándolo, a pie de calle, nos provoca poesía.
Me gusta. Saludos
Gracias por tu acertado comentario.
Un saludo cordial Luis
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