La benevolente amistad me presentó la soledad.
Pero la muy solitaria, nunca me dio la cara.
Caminando por quimeras, pobladoras de alegrías.
Encontré tangibles urbes.
Infinitas moradas de viento.
Murallones sin moradas, Moradas sin piso.
Donde el blando techo, era un trozo de cielo.
Ya a las tres. Sucede el horror...
Los segundos prestados,
Se desvanecen en mis manos.
No perdonan, ni una sola migaja.
Solo queda, el recuerdo de su sabor.
Mi lengua está tan seca.
Como el pavimento gris, de las doce.
- Autor: Sierdi (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 17 de febrero de 2021 a las 09:34
- Categoría: Fantástico
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: Jorge Horacio Richino, Augusto Fleid, Willie Moreno, Almohade, Lualpri, María C., alicia perez hernandez
Comentarios3
A ves el paso de las horas nos hace tener pensamientos intensos.
Un abrazo
Sierdi, un poema bien estructurado y con un contenido que debe reflexionarse para comprender la opacidad de la urbe. gracias querido amigo, saludos y un fuerte abrazo fraternal
Gracias estimado Raúl. Estoy muy contento por tu visita.
Hay pensamientos del momento. Que son los volátiles. Y hay los que buscan morada perpetua en el corazón. Son los que has dejado hoy mi amigo.
Gracias por tan bonito comentario.
Ya a las tres. Sucede el horror...
Los segundos prestados,
Se desvanecen en mis manos.
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Lo que no se DESVANECE es tu fantástico de bello poema en tu decir y sentir poético.
abrazos y saludos poeta y amigo
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