Te sonrojaste, muchacha,
adulada por un lisonjero;
y lleno de esperanza,
hechizado fue por un "te quiero".
Creyó escribir en tu cuaderno,
creyó ser dueño de tinta y pluma;
te sonrojaste, muchacha,
y de una flor sin púas,
llamada Lisonja,
cortaste el tallo al medio.
Se portó traviesa,
lo trató como quien va y antoja;
la máscara que aquel besa,
simplona es como armadura,
de taimada portadora de orejas y cola.
¡Ay! No le arranques los sueños,
no le arranques la fortuna;
¡te sonrojaste una vez!, muchacha,
y se derritió aquel como espuma.
¡Pues! Quítale todo, muchacha,
la fortuna y la lisonja;
que aprenda a no embelesarse él,
con coqueta astucia.
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