FUEGO

marta CARMEEN

A Lucia no le bastaba con lavar platos, pañales, pelar
papas, llevar a sus hijos de la mano o colgados de su falda.
Ella necesitaba volar, jugar y filosofar. Sin palabras decía
pobre de las ovejas que no pueden llevar su propia lana,
pobre de las personas que no pueden llevar su propia piel.
Tal vez, por eso de las almas creadas supo escoger la suya.
Se alejó de la arcilla manoseada que moldeaba muñecas
somnolientas y eligió vivir acariciando el fuego, a pesar de
tener las manos agrietadas
Aseguraba que la vida tal como la conocemos no era
nuestro primer paso por la Tierra. Así como morimos,
volvemos a nacer a lo largo de muchas vidas, con dolores
pendientes que debemos sanar, facturas y aprendizajes
que nos ayudaran a comprender mejor, los lazos que nos
unen a las personas que amamos y ataduras que valientemente
deberíamos soltar.
Ante el enigma de estas otras vidas respiradas, se le
escucho decir:
Ya está...
Poseíamos todo lo que nos haría felices, al menos lo que
habíamos podido conseguir. No obstante pintó su cuerpo
con deseos nuevos y en el desvelo de frías noches, mezcló
sus huesos con el rio, empujó la canoa y partió.
Ahora ya no le pesa, ni el antes, ni el después, porque
tiene la inocente certeza, que el sol es el dueño del amanecer
y la noche es la patrona de las estrellas. Eso le basta
para jugar con la luna, desnuda corre para ocultarse entre
las nubes, con la desnudez pura de los pechos que a
amamantan a los niños.
Ya está...
Se hizo otoño, con el viento los bosques mueren besando la
tenue luz de la tarde. Los tilos se divierten haciendo
temblar las hojas aferradas a su tallo, obstinadas en
mostrar sus parpados amarillos. Algunas, de manera
tranquila y dulce caen ofreciendo un espectáculo melancólico,
en tanto otras giran en las esquinas, hasta que ,
rendidas dejan de chillar y se duermen acurrucadas en un
rincón .
Mientras amontona las hojas, con un rastrillo, recuerda
que: “No está permitido hacer fogata en el jardín, dado
que el humo afecta a los vecinos y el fuego podría salirse
de control. “
Sabe que no corresponde, pero jamás permitiría que un
reglamento frustre su juego. Presurosa tantea los bolsillos
buscando el precioso tesoro luminoso “El encendedor”.
Desilusionada constata que solo tiene un fòsforo, quebrado
y vergonzosamente escondido en el fondo de la caja.
Hizo un ejercicio de magia logrando que sus dedos se
convirtieran en pinzas de alacrán. Lo atrapa, Lo saca y le
sonríe.
El fósforo, brinca alegremente, se enciende en el aire y
antes de zambullirse entre las hojas secas. Le guiña un ojo.
Ya está…
“Cuanto más habría de esperar.
Cuánto más tendría que buscar
para poder encontrar
su propio fuego, su propia luz.”

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Comentarios2

  • alicia perez hernandez

    Preciosos versos con un cierre ESPECTACULAR...
    Saludos poeta

    • marta CARMEEN

      Gracias compañera. Abrazo!

    • Raúl Carreras

      Me gustan mucho tus relatos, Marta.

      • marta CARMEEN

        Gracias Raul, en este relato se filtra Marta. ¿Catarsis ? ja ja

        • Raúl Carreras

          Pues cuidado, no te vayas a quemar...jeje



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