Como loro esa niña repetía
cuando tenía quince dulces años
A dieciséis voy a cambiar mi vida
voy a desafiar a Dios y ser la dueña de mi destino,
que Él ni nadie va a marcar mis pasos,
no dictara cómo acabare
a cuatro metros bajo tierra.
La vida pertenece al que nace y no a quien la crea.
Pero
aún con treinta años
la débil mujer nunca cambio la dirección de su vida;
estancada en el mismo trabajo,
en la misma casa,
en la misma vida,
vida controlada como marioneta
por un allegado muy especial
bajo el nombre del amor y protección
de un mundo despiadado y frío.
Esa débil mujer escribe cada noche
sobre libertad, independencia,
rebeldía, romper moldes,
y se pregunta si con estas palabras
es hacer trampa a su consciencia.
Comentarios1
Muy emotivo poema me identifico con él.
Felicese sean tus días.
¡Muchas gracias! No esperaba que te identificaras con él y no sé como sentirme, pero me alegro que te gustará y te haya sido emotivo. Felices sean tus días también.
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