Reptando vino a mí con su inmundicia
hombre sin sueños, con hambre voraz,
detenido en la morada del placer primario,
sin rastro de piedad en los ojos,
devorador de piel y de todo bien humano.
Sin poder escapar, me enjaulo en su deseo
me hizo presa y tironeo con su mirada mis prendas
mi vientre se hincho de humillación,
sus pupilas me acribillaron con lentas puñaladas,
dolieron como cien y rasgando mi piel
me hicieron ponerme a horcajadas.
Me sentí cual ratón ante las garras de su depredador,
chupada y mordida como fruta de murciélagos
fui invadida por su inmundicia,
en cada palabra soez vomito su vacío
si busco deshacerse de la huella de su historia,
esta no resulto acallada,
tampoco saciada su venganza.
Mi cuerpo rígido se escondió en sí mismo,
cargando en la piel punzante, la ofensa de sus besos,
mientras en su puño también mi sangre quedaba
mis manos inmóviles de piedra se volvieron
no pude asir ninguno de sus cabellos.
La boca cesó en su ruego,
maldiciendo su estirpe hacia adentro.
Bebí la sal amarga de mi propio llanto
para lo que vino después no hubo consuelo,
un olor a podrido me invadió, sentí su odio encarnecido
me vi odiándolo también…
Mi corazón se acongojo por él, por mí…
odie su valle fértil de mezquindad y de vicio,
odie mi cuerpo virgen que entre sus zarpas se deshizo,
su miseria cubrió de ocre mis paredes
y mientras los gusanos marchitaron la luna que quería surgir
el estruendo del odio vocifero para todos…
exhalé ponzoña
y en ella me convertí.
- Autor: Isel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de marzo de 2021 a las 02:10
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 43
- Usuarios favoritos de este poema: Jorge Horacio Richino, Vogelfrei, Lualpri
Comentarios1
wow genial
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