Proclamación

Elizabeth Maldonado Manzanero

En el silencio que comienza, resquebrajada y dolida imploro
a un Dios desaparecido, ajeno a la mezquindad humana,
al hombre que destierra a hombres del paraíso.
Ajeno a aquel que mata, con instrumentos prefabricados o
palabras,
con alianzas pactadas como un calvario divino para los pobres,
suplico por la redención de ladrones, saqueadores de nación,
al principio de la vida que maniata la justicia o proclama la
venganza.
Demando que la tierra sea fértil a las añoranzas de humanidad
que escasean en nuestros días, soy mujer afligida de inmundicia,
del feminicidio que trasportan los minutos de la noche,
soy ceniza del mañana que tizna la inocencia de la vida,
no quiero ser, me niego a ver mi vida fracturada y convertida
en una más para su lista de desaparecidas o asesinadas.
Soy mujer y reclamo el derecho a existir y transitar
por todas las arterias de esta urbe, sin el temor de hacerlo sola
o con la esperanza en brazos, para que me sea arrebatada.
Yo no sé a qué o quienes exigir, a quienes castigar,
o en quien he de creer, yo solo sé que poblar de amor
me haría tener seguridad y fe, que en donde esté,
estaré protegida…

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