Bruma

Elizabeth Maldonado Manzanero

Como el vértigo del silencio que nos guía en la bruma,

tu ausencia cada instante desata mis más fieros pensamientos

fraguada de deseos revistiendo mis pobres huesos, no te veo,

no estas y aunque te nombre el recuerdo de tus ojos se ha esfumado.

Mis días son estos aspírales negros, semejantes al humo,

humo del cigarro que aspiro, que como yo, se consume disparejo

invadida de sombras, de besos que amargan mi presente tiempo

mi lluvia chorrea a la mujer, y no soy sino un agua pesada de deseo

no puedo ya sino desbordarme de desdichas y de anhelos,

incapaz de dominarme, me abandono al indominio del sueño

en el que solo ansió el reposo en el olvido de mi misma

para salvarme, para curarme de ti arropada por la fresca tierra.

difuminada y estéril, estéril como un último suspiro…

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