Infausta y enlutada se levanta la noche,
cuatro cirios taciturnos como estrellas
anuncian sobre el extenso patio,
la muerte irrefutable del abuelo.
Miro alrededor azorada a las flores
que acompañaban el errar de tus pasos
y que hoy riegan con rocío, el momento,
recogen mis ojos la congoja, en todos
los rostros de quienes te amamos,
aún se manifiesta la alegría que provocaba
tu sola presencia en nuestras vidas,
y sin embargo anochece, se nubla y caen
caen chaparrones en las miradas presentes,
no hay reinas, ni alfiles que te defiendan
no lograste enrocar, solo se coronó la muerte
esta partida finalizó, ¡Jaque mate al rey!
El amor fue tu razón y mi derecho
La fe aliada de la nueva vida hace aparecer
las sonoras carcajadas entre tus hijas,
nada que dispensar tu bien sabes que el dolor
es una máscara momentánea, como la sonrisa
ambas latieron profusamente en el silencio
de tus pupilas cálidas, que hoy se hallan encerradas
bajo las lápidas de tus parpados y tus ojeras.
Los grillos cantan en la ceremonia fúnebre,
lo cercano que estamos del abismo.
Pienso en tus palabras, que me hablaron de poesía,
percibo el ritmo del tango a mis oídos
y me pregunto ¿Qué vas a hacer?
>>Estas desorientado y no sabes
Que trole hay que tomar para seguir
Y en ese desencuentro con la fe
Queres cruzar el mar y no podes<<
Oh abuelo ya ves que es al revés,
soy yo la que sin ti no sé qué pasara
cuanta falta me hace escuchar
los discursos que tu boca a mi oído pronuncio.
Esa boca que sabía dejar humedad de calidez,
la ventura de un hermoso cuento,
hasta cantar su soledad y yo que ni siquiera sé
cómo expresar esta orfandad, que la mía no alcanza
ni a enunciar la rabia de la partida.
¡Ay! ¡Ay abuelo! No habrá soles que den color
a tu palidez de esta noche,
se acabaron las sendas para recorrer
no más paseos para la bicicleta dormida,
que ganas tengo de llorar y, sin embargo
las lágrimas se niegan a salir,
yo siento la frialdad de las estrellas
punzando en mis entrañas,
no quiero que esto se quede dentro,
quiero girar el volante y no sentirme infeliz
tú fuiste un gigante, luchador incansable
que se forjo a sí mismo, para formar con carne
el hombre que es hoy mi ideal.
Tú puedes contra el tiempo y con tu muerte
Salvarte también de mi ingratitud
has dejado huella indeleble,
en el árbol genealógico de mi vida.
- Autor: Isel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de marzo de 2021 a las 18:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Augusto Fleid, Vogelfrei
Comentarios1
majestuosas palabras colega muy bueno
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