Siento un malestar en mi estómago, bueno, no es exactamente en el estómago, es el abdomen. Es como... peor que las náuseas ocasionadas por un alimento putrefacto y mas aún, es una comida que ya ha sido vomitada y se ha vuelto a ingerir, ¿por qué comemos lo que ya no nos aporta nutrientes? ¿para qué? ¿Esa es la cuestión correcta? No lo sé... Aún tengo ese malestar en el abdomen y por mi parte tengo miedo; no a la vida, ni a la muerte, ni mucho menos a la voluntad, entonces ¿a qué? no a quien; ya que tener miedo a un sujeto implica una solución rápida y sencilla... pero, ¿y el recuerdo no experimentado? Es la esperanza que le da de tragar a la ilusión, por ende, es el ansia que alimenta los sueños de tu corazón, para saciarlos; para después vomitar como las moscas. Y aquí estoy como las moscas, volando sobre la sopa de letras, con la incertidumbre de comer y vivir un día o que maten para dejar de joderles la hora de comer que no disfrutan, al igual que yo.
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