“De la copa consentida . . .”
Desde niño, tierna infancia,
he gozado la fragancia
de la fronda candorosa
de una jacaranda hermosa.
Que está de pie en Tacubaya
por su raíz que no falla,
muy fuerte, pisando el suelo
ese árbol me da consuelo.
Conozco el recio camino
que da su tronco genuino,
al que me aferro al subir
soñando en mi porvenir.
Cada que me trepo en élla
nuestra hermandad más se sella,
le platico cosas buenas
y también algunas penas.
Con mi llanto la he regado,
buen refugio ahí he encontrado,
concebirme junto al cielo
ayuda a colmar mi anhelo.
Si es de día esparcimientos,
por las noches sentimientos,
he disfrutado su copa,
el follaje que me arropa.
Arriba, en la mera punta,
seguido tenemos junta,
he crecido, ahí me he criado,
vientos me han acariciado.
Nos damos tiernos abrazos,
me mecen sedosos lazos
entre las hojas verdosas,
flores lilas primorosas.
De ser ágil tengo rango,
me he colgado como chango
en sus fuertes firmes ramas,
las que he usado como lianas.
Con mi cuerpo, con mi piel,
sobre de un columpio fiel
se me han pasado las horas
entre las risas sonoras.
Mas, en juegos divertidos
he respetado los nidos
de las aves que ahí viven,
las que con mi ser conviven.
Comprendo su clorofila,
la esencia que élla destila
de natural concepción,
su ecológica misión.
De ir oxigenado al mundo
con el deber más profundo,
tal grandiosidad me asombra,
que siga brindando sombra.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 27 de marzo del 2021
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
- Autor: Gonzalo Ramos Aranda ( Offline)
- Publicado: 28 de marzo de 2021 a las 16:26
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Augusto Fleid
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