**~Novela Corta - Enamorando a Adham - Parte II~**

Zoraya M. Rodríguez

Si cuando se fue la noche y llegó la madrugada a acechar lo que nunca, una cita concertada y muy certera en el amor y en las pasiones de las buenas. Cuando ella, Abir, enamorando a Adham, se llenó de virtud y de desdoros invaluables sin ser ciertos como el de ser tan exacta como el haber querido enamorar a Adham. Cuando en el instinto se dió la forma de ver el cielo añil de deseos muertos cuando en el silencio se ofreció como el mismo instante cuando Abir abrió de deseos la vida. Y juntos los dos, de frente a aquel mar perdido y tan bravío que salpicaba gotas de sal, sólo se llevó una verdadera pasión, que junto a ella, a Abir, curó la fría sensación de la herida sin amor, cuando en el ocaso se fue cuando llegó la noche y ellos unieron corazones en esa cena misteriosa, en la cual, se llenó de deseos cuando en el aire se ofreció un viento frío y muy exacto como un frío congelado, y tan gélido como el sentido en la misma piel. Ella, Abir, abrió los sentimientos hacia Adham, sí, en aquella noche frente a ese mar perdido, porque sólo quería y estaba y se hallaba enamorando a Adham. Sólo se ofreció la luna contemplando su hermoso rostro y sin burka, sus manos electrizantemente bellas adornadas con pintura y con una base de la misma pintura extremadamente bellas. Cuando, al fin y al cabo, se olvidó en obtener la mala suerte, se llenó de iras inconscientes, de salvedades inconclusas, y de verdades sin horas ni tiempos, cuando en el ocaso llegó la noche y se sintió nerviosa, plácida, herida y con Dios, sintiendo desde su interior lo que más pasó cuando ella, Abir, le preguntó que si quería él, Adham, ser su novio, compañero y amante de amor. Él, Adham, insípido, frío como la noche traviesa, y tan gélida, que sólo obtuvo de su parte un frío -“no”-. Ella, Abir, quedó apesadumbrada, en sombras y en penumbras, en una álgida soledad y en un concierto de canciones endechas, en que sólo la tristeza le acompañaban, en un aire de complacencia, cuando la inercia de su piel quedó asombrada, lela, y tan lerda quedó Abir. Cuando logró destruir de su interior ese gran amor y de sus propias manos, quedó el silencio y más que eso en el intento de zozobrar naufragando en ese mar perdido que poseía ella de frente a su rostro y de su cuerpo inmóvil, quedó atónita, tonta y callada. Hubo una ola impetuosa en que sólo se tuvieron que levantar de la mesa al frente de ese mar que se alimentaban para poder apreciar las delicias de ese restaurante frente al mar. Cuando el corazón se abrió de dolores inocuos, pero, tan terribles como el haber sentido ese -“no”- tan gélido y tan tortuoso, que penetró en el alma dejando inerte la razón perdida entre lo que más zozobró de ese mar perdido frente a sus propios ojos de mar. Y fue inhóspito el final y el desenlace de tragar un nudo tan fuerte desde su propia garganta la que encanta con dolores y penumbras y sombras de dolores, cuando en el alma quedó como una terrible luz opaca y sin más luz que la misma luna con nubes en tinieblas y en brumas espesas de ese mar travieso y tan bravío que les atormentaba en sus propios ojos de mar. Tanto Abir y como Adham, llegó casando la ira, el superflúo autónomo, y la decadencia de un corazón en que sólo quería amar y enamorar a Adham. Cuando en el desenlace efímero y tan perenne de creer en ese -“no”-, y tan real como la misma creencia se enredaron las espinas de la rosa como las espigas de un tallo sin ser feraz como esa relación que no iba a ningún lado ni con ella Abir ni con Adham. Cuando en el suburbio de lo acontecido y de creer en un -“no”- contundente, y concertando la verdad y la seriedad de la certeza de ese -“no”-, se debió de creer en el desierto mágico en saber que la realidad era y que siempre será ese -“no”-, cuando en el desenfreno de amar se identificó como una creencia autónoma de saber que el desierto en ese mar travieso, iba a creer en lo impetuoso de saber ese desprecio de amor hacia el capricho exótico en querer amar a Adham. Si en el corazón ardió una fría pasión y un gélido latir cuando él, Adham, expresó ese -“no”-, tan preciso y contundente. Cuando en el alma de Abir y de Adham se llenaron de una locura tan real como tan llena de sortilegios raros cuando en el desenlace final de todo se vió tentada la razón abierta de inciertos temores de no encontrar jamás un amor. Y sí, quedó solterona, soltera y como un jamón sin cocinar como se dice por ahí. Y Abir se llenó de inciertos sabores y de sales inconclusas en saber que el deseo se llenó de temores en saborear el salitre en su propia boca. Cuando Abir se llenó de dolor y de un saber sin sabor y de una verdad que dolía tanto como duele el menosprecio de un amor que ella quería amar. Cuando en el silencio de ese mar atrevido quedó sola y con sus eternas lágrimas derramadas en su rostro de niña compasiva sabiendo y aceptando de ese dolor de no sentir más amor en Adham. Cuando en el suburbio de la verdad se hechizó de tal forma con ese -“no”-, y tan clandestino como la pureza de la verdad, cuando se aferró a ese amor. Abir fue hasta su hogar cerca de la aldea, cuando de camino pensó en seguir y perseguir el amor hasta concretar y acertar su amor perdido por y con Adham. Y se imaginó en amar a Adham, y enamorando a Adham, sólo se perfiló su manera y forma de atraer el amor en su propio corazón. Cuando en el alma, sólo en el alma vió y sintió esa luz crecer dentro de su alma, creyendo que el siniestro cálido se aferró al frío de ese -“no”-, cuando ocurrió esa débil expresión por Adham, como un desprecio que perseguirá toda su vida Abir. Cuando se dió lo que más se enfrió en la forma de amar de Abir y en contra de todo, sólo quiso amar a Adham. Cuando en el desierto mágico se llenó de sorpresas inciertas como el perecer de ese amor tan perdido, y como una huella en la propia alma, cuando en el instante se debió de creer en el hechizo en saber que la forma de ver el cielo era tan añil como saber del instinto, y tan suave como la amarga hiel que pasaba ella, con ese desamor de Adham. Cuando en el suburbio de la forma de sentir el silencio como un eco ensordecedor se debió de atraer la manera de creer en la forma de ver el ocaso llegar otra vez. Era otro día cuando Abir quiso ir a trabajar a la tienda árabe, cuando Adham estaba allí, y halló lo que nunca cuando en el amor fue desamor, la mirada no fue igual, ni en el corazón un sólo latido ni en la manera de creer ni de pensar será igual. Cuando ella, Abir, se llenó de insatisfacciones y de claridad incongruente, en saber que el destino era y es como el camino frío, cuando en el ocaso frío se identificó la manera de ver el sol marchar y que no regresara sin un jamás, cuando en el combate se dió la forma de ver el delirio y tan insolvente de ver el cielo lleno de tormenta, cuando se da como incierta la forma de ver en el cielo la lluvia terrestre, sintiendo la lluvia caer como manantial entre sus ojos de mar. Cuando en el ocaso se dió la forma atrayente de ver el cielo de forma irreal cuando es tan real como la misma pura verdad. Cuando en el instinto se dió como la forma de creer en la manera de sentir el silencio en la alborada, cuando se ve en el cielo aquel mismo sol que le dió calor, libertad y luz. Cuando aquellas sombras en el alma, fue adyacente como las penurias perennes de ver el cielo en sus propios ojos. Cuando en el delirio de ver el sol, su eterno amor en el corazón y más en el alma una furia inerte de creer en el amor a ciencia incierta. Cuando en el ocaso se dió como la misma fuerza y la misma fortaleza de ver el cielo muy dentro de su propio corazón, y con el mismo amor en que ella, Abir, sentía por Adham. Cuando en  el delirio de ver a Adham trabajar junto a ella, se dió la forma de fijar en la mirada el delirio, el amor y el sol entre sus ojos de mar. Si cuando en el alma se amó con la luz en el alma como ese sol clandestino, cuando en el inerte sol quedó la mirada entre aquella luna de sol en el mismo cielo azul. Cuando en el destino real se dió la forma de creer en el convite verdadero del amor dentro de su propio coraje en su corazón. Cuando en el instante se electrizó la forma de ver en el cielo una magia o una claridad inconclusa y tan débil como poder dar el esfuerzo y la forma de amar a Adham. Y enamorando a Adham, quedó Abir, sin perder oportunidad y sin burka que enredara tradición, virtud, decencia y marcando un camino escondido y detrás de una burka. Quedó atraída por la mirada de ojos de mar de Adham, y con aquel mar travieso y bravío dentro de aquel restaurante que ella, Abir, lo invitó a cenar cuando la luna y descendente de la forma de ese mar oceánico, dejando la sal entre sus bocas quedó Abir enamorando a Adham. Y Adham sin saber ni sospechar ni deliberar lo que por callar tenía con Abir. Y Adham, callado, y retraído como ella, como Abir, callando un amor eterno y tan real como el mismo coraje del corazón solo, en soledad y en una solitaria desavenencia. Cuando la ausencia de Adham, quedó como órbita lunar atrapando el deseo, y la forma de amar de Abir. Y amando un sólo coraje, Abir, dentro del mismo corazón, y con toda razón en la locura como en la tortura de enamorar a Adham. Cuando se electrizó lo ingrato y lo perenne del dolor a cuestas de toda razón. Si cuando en el delirio universal, se dió la forma de creer en toda la sal del mar abierto y tan oceánico como lo trascendental de una forma de ver el cielo en la misma forma adyacente o continua o en un lindo limítrofe del amor en el corazón inerte y tan transparente como la translúcida agua de ese mar abierto que le rozó la cara con su agua de sal, si sólo ella, Abir, lo recordó así, aquella velada frente a ese mar bravío. Y lo amó en silencio y calló lo que nunca un amor en el sólo corazón, cuando su manera de amar la dejó a flote como zozobrando en ese mar como un terrible y nefasto naufrago. Cuando en el tiempo ominoso y pecaminoso de creer en la fría tentación en querer amar y enamorar a Adham quedó sola y en solitaria soledad.     



Continuará………………………………………………………………………………………………...     

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 29 de marzo de 2021 a las 00:02
  • Comentario del autor sobre el poema: Abir sólo quería amar a Adham, son dos árabes que viven en los Estados Unidos, pero, nunca llega el amor y a ella nunca más le llega otro amor, o sea, que queda solterona…. Mi 10ma novela corta del año 2021....
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 27
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