CONFESIONES DE UNA CRUZ.
Voluntad Divina me plantó frondoso,
sobre árida tierra de Ciudad Santa;
Sombra y frescura otorgo piadoso,
al peregrino que con fatigo descansa.
Cuántas veces a la sombra de mis ramas,
se escuchó con gozo tu Santo Mensaje.
Palabras de amor a incrédulas almas.
Indiferentes a tu voz por tu humilde Linaje.
Erguido y austero purificando la vida,
pasé algunos años brindando frescura;
Más una noche serena la turba enfurecida,
taló con saña mis raíces provocando mi caída.
En esta angustia y agonía aún recuerdo tu llamado;
“Toma tu cruz y sígueme” tu amorosa propuesta.
¿Pero cómo seguirte si mi cuerpo al suelo arraigado?
Aunque en mis adentros mi alma para ti dispuesta.
En oscura soledad y en este discreto silencio,
Yo vi. la agobiante aflicción en tu Divino Rostro,
La sangre y sudor que emanaba de tu cuerpo,
era agua de vida eterna que fertilizaba el suelo.
Noche de angustiosa espera a la llegada del traidor,
tinieblas que se ciernen en la mente del maligno.
Los Varones que te aman cómo su Mesías y Redentor;
Recibieron tu cuerpo en el pan y tu sangre en el vino.
Estuve en el Pretorio, de cuántas falacias te acusaban,
Tú en silencio, tu mirada serena en ferviente oración.
Lobos hambrientos al indefenso Cordero asechaban,
más el confundido Pretor no hallaba causa de condenación.
Fue tan grande el escándalo que generó tal bullicio,
Qué al ilegitimo juzgador causó gran tribulación,
No sabía por que sin causa te sometían a juicio
Y con ridícula autoridad mandó a azotarte sin razón.
Y no te seguí mi Señor, me llevaste en tu hombro,
Con amor y resignación cargaste mi cuerpo agonizante.
El duro corazón del hombre con odio a tu amor responde,
aceptando cómo rey a sanguinario romano ignorante.
Yo quise secar para hacer más liviana tu carga,
pero este corazón languidente unido a tu sufrir,
palpitando en desesperada agonía su última sabia,
en el penitente Calvario contigo deseaba morir.
Gracias mi Jesús por que viví tu prolongada agonía,
Me cubrió tu adorada sangre, me dolieron tus clavos.
Sostén fui de tu cuerpo en tan inclemente orgía
Y tu sacrificio en mi cuerpo redimió los pecados.
Muriendo contigo entre odio y desprecio,
en ensangrentado Calvario perpetuaste mi vida,
para salvación al Creyente y condena al inconverso,
señal de juicio o perdón seré a tu pronta venida.
Autor: Víctor A. Arana,
(VÍCTOR SANTA ROSA),
Cincinnati, Ohio Marzo 16 del 2009.
- Autor: VICTOR SANTA ROSA ( Offline)
- Publicado: 3 de abril de 2021 a las 00:03
- Categoría: Sin clasificar
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