**~Ensayo: La Esperada Muerte~**

Zoraya M. Rodríguez

Si ante todo, es como la misma daga, o como el mortífero veneno, es la débil muerte, la que se lleva a cualquiera sin son ni ton. Cuando en la muerte y en las sombras sólo irrumpe una cosa en la vida y es la muerte que llega sin avisar. Es la inesperada muerte la que uno espera sin reposos ni alimentos, ni sueños ni pesadillas continuas cuando en el silencio se vá en el sueño eterno. Es la esperada muerte, la que todo el mundo espera, pues, no se siente ni se percibe cuando te llega, la mala hora te llega, si es como empezar a navegar fríamente y calculadamente cuando en el desierto mágico del numen sólo se siente un dolor de que yá casi llega la hora de hallar la muerte y morir. No desanimes amigo, si, sin embargo, la muerte nos resucitará, alguna vez, con el deseo y el ambigüo desenfreno, cuando al acecho ganará Dios. Cuando en el silencio llegará el deseo autónomo de creer en lo perfecto que es Dios. Amigo, no descarriles el porvenir si es incierto el ocaso muerto y el frío en la misma piel, si en el interior de todo el deseo se convierte en un sólo desafío en morir por mandato de la vida. 

Amigo, no frenes la vida en un sólo tiempo, cuando en la tarde llega el anochecer y en el amanecer llega el crepúsculo, y que el sol es vida, es luz, y energía, cuando es la luz universal de dicho tiempo, y del día más que la misma luz, es el sol el que da luz de la de verdad cuando las demás luces no cambian en nada el tiempo y menos el mal de una muerte segura y tan perfecta como es el corazón sin latir deteniendo a la vida en el mismo sentido del latido del corazón. Cuando no se puede olvidar que la muerte es eternidad, es transición, y es universalmente la paz, la tranquilidad y el buen sosiego, porque descansar en paz te da la manera y la forma de ver el cielo desde otras perspectivas, queriendo amar la muerte te da la esperada muerte una sola salida, en que la filosofía de la vida no cambia en nada, si la muerte es el final del toda vida.      

Amigo, no desparrames el dolor en un luto, sé feliz, que la muerte no es más que un camino perfecto hacia la verdadera existencia y hacia la impoluta perfección de Dios. Cuando en el camino sólo se siente pasar de un camino a otro, cuando en la sensación fría de la vil muerte queda el delirio del tiempo nefasto, en acelerar a la vil muerte, tal vez, con un suicidio, o una eutanasia, o con una pena de muerte, pero, no, no es demasiada la atracción de creer en esa posibilidad como una cruel salida. Cuando el tiempo, y el deseo se convierte en un rica y exacta vida de pura vivencias, cuando la vida se cree en tomar rienda suelta hacia la verdadera atracción de sentir el silencio, en camisas de sudores de toda una vida vivida y automatizada de la espera y por ende, llegar a la esperada muerte que nos espera a todos. 

Amigo, no coseches más la muerte en el descenso hacia la descendencia de la muerte, cuando sabes que termina en muerte. Y en morir nada más, se cree que en el mal desenlace si se cuece de tormento, de fríos temores, y de incierto fracaso cuando es el acierto más crudo de toda verdad ufana, impoluta y tan real como es el mismo cielo. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo yace el destiempo como la forma más vil de creer en el silencio automatizado de la espera soslayando, la forma más real que en creer en la espera en soportar la forma más irreal de ver el cielo de tormenta se parece a la misma muerte fría y tan cruda como las venas frías. 

Amigo, no calmes en la espera ni esperes ni sigas ni persigas a la muerte como un eterno acecho, sólo deja que la vida pase como único camino en que el desafío es como el frío inerte y descendente en poder creer que el silencio es imperfecto, cuando lo es perfecto. Amigo, no escuches lo incierto, ni sientas lo amargo, y la hiel de un mal sabor en tus labios, pues, se parece a la muerte cuando te llega la hora dentro del mismo invierno frío y descendente, como fue la primera vez, en que se fue el destino frío por un instante en que se dió la misma fuerza en creer que el desierto era frío como álgida es la muerte. Amigo, sólo espera tu turno, que hay pasajes de vuelo y de sobra, cuando la ley de vida es la muerte, no temas, pues, la muerte es lo más seguro que existe y si te llega la hora, sólo ten presente que yá esperaste mucho por ella si eres longevo y que ya llegó le momento de separar carne de espíritu y de alma al cuerpo, sólo dí, -“aquí estoy”-, y verás la manera de diferenciar de la vida de la vil muerte, que a unos les llega muy pronto y a otros después, pero, muy tan certera como la misma verdad y a todos por igual. Amigo, sólo es Aquel que es fiel como yo a usted, cuando en el camino, sólo en el camino, es como irrumpir el destino frío en el comienzo cuando ya llega el final con la fría muerte. ¡Ay, amigo, no pienses en el mañana, pues, no hay otro, sino en el sueño eterno hacia la misma eternidad!. 





  

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