**~Novela Corta - El Eco de la Lluvia - Parte III~**

Zoraya M. Rodríguez

Elena sólo se sentía muy triste, pues, su llanto parecía la misma lluvia en manantial que corría por sus ojos. Cuando en su afán de ver el cielo, ella lo veía de gris tormenta, en vez de cielo de color azul con nubes blancas. Cuando Elena, sólo Elena pintaba un cuadro clínico bastante fatal, si sólo ella pensaba e imaginaba lo peor, la peor vindicta de su corta vida, sabiendo que el trance vivido se debió a que el silencio autónomo de su corta vida enmudeció tanto y se inmuto tanto que quedó soslayando en una cruel soledad vestido de color negro, como queriendo decir en la vida que estaba de luto y de que había muerto su vida en vida. Sólo el llanto perfiló un mal deseo, el llanto y el comienzo de un viernes autónomo en salvar su esencia y más su perfección. Cuando calló en silencio y enmudeció tanto en que sólo el deseo cayó en una cruel redención llorando como la terrible lluvia que caía en el suelo mojando y oyendo el eco de la lluvia y poder recordar esa vil violación sólo le cayó como bomba sin estallar en el mismo estómago. Cuando en el eco de la lluvia, sólo se sintió amarga, con hiel, y con un sentido sin sentido, después de esa violación y tan viciosa por ese mal hombre. Cuando en el instinto se encaprichó en un sólo mal destino, cuando sólo el tiempo, soslayó en el alma debatiendo un mal desafortunado instante y un infortunio desenlace. Elena, sólo ella, se sentía mal y muy celosa con esa cruel vindicta, la cual, nunca se dió eficaz ni inminente cuando no se supo quién fue el violador de Elena. Sólo Efraín lo sabía, si la perseguía a pie y a sombra, pero, calló siempre como calló siempre su amor hacia ella. Cuando en el primer instante se enredó hacia el mismo cómplice: la luna. La luna, aquella noche la seguía a ella, hasta cuando se tornó oscura por una nube en frías tinieblas, cuando, de pronto, sintió en su brazo derecho y sus cabellos un enredo de manos, si cuando saltó al callejón donde la violó ese mal hombre, ella, Elena, no supo nada más de ella, sino que ese hombre soltó una carcajada y una risa sarcástica, cuando su ademán frío e indecente, sólo se dió la forma más cruel de creer en el mal ánimo del hombre si estaba ebrio, y expidió ese olor tan natural, pero, tan desagradable a alcohol en que sólo ella podía reconocer en cualquier parte sin sospechar de nadie, porque no todos los hombres son alcohólicos, aunque expidan ese mal olor, se decía ella, Elena. Si cuando en el mismo desenlace muerto y tan gélido como el mismo instante en que cayó en redención su pobre corazón, sufrió inertemente e infrecuentemente con un terrible desenlace, cuando en el frío cayó en una fría perdición. Cuando en el alma, sólo en el alma, quiso ser y tan real como el mismo principio por delante de la verdad, cuando se dió el mismo mal desenlace de creer en el mal y en el mal final. Cuando en el final de un todo se dió como órbita lunar un cuerpo extenuado por tantas lágrimas derramadas. Cuando en el ocaso final se dió como el primer paraíso desnudando el frío y el gélido mal desastre en la memoria desnuda por atraer el mal recuerdo. Y ella, Elena, en el monte Gio, se enredó la forma de creer en el desierto y en el mal desenlace de ver el final como el principio. Cuando ella, Elena, si para cuando bebió ese sorbo tan amargo de una fría violación quiso abrir el cielo y tragar ese cielo en su graganta por el grito que dejó ene l tiempo y soslayando se petrificó hacia su hogar con aquel hilo de sangre entre sus piernas y ese triste dolor en su alma podrida de espantos nocturnos, cuando sólo en el tiempo, sólo desnudando el ocaso frío, se electrizó la forma de creer en el silencio inmuto. Cuando cayó el dolor frío y tan álgido fue el momento en que creó un torrente de desafíos inconclusos, devastando su alma en una luz tan opaca destrozando a su luz en oscuridad inerte y tan perenne como un siempre y un triste jamás. Y Elena devastando la pobre naturaleza de vida en una filosofía de vida casi muerta, álgida y puramente destrozada, cuando Elena casi inocuamente y con lágrimas de dolor, se dolió más el desafío y el frío inerte en querer desamar más que el desastre vivido. Si Elena se le enfrió el dolor y más consecuentemente con frío y tan álgido como la nieve fría en la misma piel. Cuando en el mismo trance se vió aferrada al mismo desenlace y tan real como el mismo invierno y tan real como el mismo frío en la misma esencia, y presencia en la ausencia, cuando ocurrió el mal evento y tan crucial, como el mismo mal desenlace en que se vió aterrada la vida misma. Cuando en el mismo trance se vió el mal desenlace si cuando ella Elena vivió el mal evento tan dañino como el mismo dolor inconsecuente. Cuando en el alma, sólo en el alma, sólo se dió la forma más vil de morir cuando en el descendente sol se convirtió en la lluvia en el eco de la lluvia, cuando en el trance vivido se dió la forma más inherente y perenne del alma sin la luz con la sola oscuridad. Cuando en el hambre de la sola soledad se vió como el mismo dolor y tan irreal como la misma mala esencia, y de la presencia autónoma en poder creer en el mal e inherente trance de un mal vivir irrumpiendo en un sólo dolor. Si cuando se supo que realmente se iría el sufrimiento devastado por la forma mal vivida por una triste y devastada violación, sólo Elena, sintió el dolor muy fuerte desde su interior. Cuando en el dolor, se fue por donde el acantilado vá y viene, por donde el agua sucia corre velozmente dejando limpio el suelo como toda lluvia y con el eco de la lluvia en sus oídos devastando el aire violento dejando la lluvia caer en su piel fría y tan mortífera como el mismo dolor. Cuando en el trance vivido se creó un mal y un desajuste del tiempo como un invierno seco dentro de la misma nieve fría en el camino y entre el monte Gio, como un triste manantial y tan cristalizado como el agua limpia. Cuando en el instante se tornó áspero y como la misma hiel, dentro del ocaso y tan frío como el mismo momento en que se vió atormentada, herida y sin su Dios, pero, con una venganza a sus espaldas como si fuera un terrífico tormento cuando en el momento se vió aferrada como un instante sin amor, herida y sin Dios. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, se dió un ocaso frío, inerte y denso, por el tiempo pasado del cruel pasado de Elena. Cuando en el ambiente ambivalente se tornó efímero y tan perenne como el tiempo soslayando en el ocaso frío de sus propias lágrimas de dolor. Cuando en el ocaso frío y muerto como el mismo imperio sosteniendo la fuerza y la debilidad dos cosas opuestas como tan viceversas en el alma, se da como el mismo desafío y tan álgido como el mismo tiempo inerte. Cuando en el instante se da como el mismo paraíso sintiendo el frío como tan álgido es el tiempo opaco y tan impetuoso y tanto fracaso en el mismo instante en que caen las lágrimas como gotas de pluvia o del eco de una lluvia y tan cruel como el mismo deseo en desamar como esa triste violación. Cuando se da como el mismo imperio esperando el mismo imposible evento en que la vida cambió como el pasaje vivido entre Elena y ése violador. Y era ella, Elena, la que consiguientemente cambió su forma de pensar y de imaginar una vindicta y tan inminente como el posible rencor y el odio nacido de un sólo deseo en desamar lo que quedó fríamente en el tiempo y en el poco ocaso frío en que se dió la forma en desamar lo que resta en el ocaso frío e inerte como la misma densidad, ocurriendo el mal desenlace de creer en el desierto mágico como el mismo sol, pero, en sentido contrario como la lluvia que cae a su alrededor. Si el eco de la lluvia cayó como cae la pluvia en el suelo mismo deseando desamar quedó Elena, cuando en el frío cayó como cae en el desierto una sola luz de luna, como la que la perseguía desde el comienzo de cruzar la avenida con la calle Amor, cuando en el desenlace se vió atormentada como el frío venidero y de un sólo porvenir incierto, que por demás, se siente como si fuera un desastre de los que se da como el ir y venir lejos del tiempo, y del ocaso frío destrozando la vida en un santiamén como descubrir la presencia como la gran ausencia, cuando en el instante se da como el haber sido como un sólo tormento en que se da como el dolor en saber que las lágrimas entristecen por el dolor amargo de su presencia en ausencia. Y se llenó de dolor y de ambigüedad continua de una sola soledad entristecida en una salvedad inconsciente de felicidades y de una certeza en pavores y temores y de clandestinaje soslayando en el tiempo duro y sin amor como el amor de Efraín. Teniendo en cuenta de que el silencio autónomo de creer en el desamor sólo se vió inalterado de desconfianzas y de un sólo tiempo en que el sol se halló como el eco de la lluvia en el mismo suelo dejando abatir el deceso de un mal comienzo y de un final tan triste como lo fue creer en que Elena, se vió tristemente inalterada. Cuando su fortaleza se vió como una mala suerte deseando amar quedó observando el amor de Efraín como su primer y único amor. Si Elena desató la forma de creer en sus propias lágrimas de dolores inconclusos, cuando el temor de sentir nuevamente ese triste evento en su corta vida se dió inalterado su cuerpo, su frío en la piel, y más en la razón perdida de creer en sólo en el odio y en la venganza que creyó en estar dispuesta a hacer valer después de ser tan inminente en su vida desatando la furia en locura y en la tortura de ver vengado a su cuerpo, su sangre y más las lágrimas de dolor consecuente que lastimó a su camino de fríos y de temores cuando ése hombre le violentó a su cuerpo en la calle Amor. Cuando en el tiempo, y sólo en el tiempo, sólo quiso ser incierto como el mismo dolor en el alma en que se desangró con un hilo de sangre Elena entre sus piernas por esa triste violación. Si en el eco de la lluvia se vió inalterada la forma de creer en el desierto fantasioso y en el numen inventivo. 




Continuará…………………………………………………………………………………………….                                        

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de abril de 2021 a las 00:03
  • Comentario del autor sobre el poema: Elena, cada vez que escucha el eco de la lluvia desde el suelo, sólo recuerda una triste violación, la cual, quedó sin vengar porque nunca supo quién fue su violador... Mi 12ma novela corta del año 2021... y la #50 en total de novelas cortas hasta el año 2021...
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 42
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