Desde la noche tibia
enloquecí de repente
con el calor batallando
a tus quejidos sin forma;
convaleciente incrédulo
me apellidaban los cuerdos,
idolatrando tu cuerpo,
que acorralaba mi torso
en tus sedosos senos.
Desde la noche tibia
tú amenazabas la Dicha
con tus asuntos de Azar,
mas sin pudor cabalgabas
en mi morada entrepierna,
que mendigaba a tu alma,
desembocada insegura,
que deshicieras mi rumbo
de los torrentes del tiempo.
Desde la noche tibia,
nos invadían los sueños
bajo la sauna de telas,
y entre placeres y cantos
en tus balcones el sol
permanecía en lo negro,
y a las aceras desnudas
nuestro festín de inocencia
las distraía del frío.
Desde la noche tibia,
con tu perfume cundiendo
en mi memoria de preso
hasta abrazar los garrotes
de mis sentidos culpables,
junto a tus besos de rosas,
que provocaban gemidos
y protegían de invierno,
me contagiaban los celos
cuando en la noche tibia
enloquecí de repente
¡sobre la luz de tu vientre!
- Autor: Carlos Marvega ( Offline)
- Publicado: 15 de abril de 2021 a las 09:50
- Categoría: Amor
- Lecturas: 52
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