QUE GUACHAS!!!!!
PRIMERA PARTE
Me tomaba de la mano con la energía que la caracterizaba,
sin darme posibilidad de contradecir su decisión. El
trayecto era largo, sesenta metros de fondo. Primero
pasábamos por los árboles frutales, luego por la cuerda de
la ropa, donde bailaban las sábanas bonitas danzas arabescas, y por último atravesábamos la tupida pared de cañas
con plumerillas, de ahí al gallinero, solo un paso. El perímetro era de alambre, la puerta descangallada se atrancaba
con una soga y se enganchaba alrededor de un palo grueso.
Ella caminaba ligerito, tomada de mi pequeña mano, a tal
punto que a veces, tenía la sensación que me iba a remontar como a un barrilete. Su enojo la hacía pensar en vos
alta y era tan expresiva que nuestros cuerpos, ligados por
las manos se sacudían como los perros recién bañados.
Decía…
_ Que guachas…!!! Yo les compro el maíz y ellas ponen los
huevos entre las cañas de La Gallega _
Por coincidencia, ambas casas tenían el gallinero en los
fondos y no teniendo las gallinas, el sentido de propiedad
privada, cruzaban el alambrado, se pavoneaban entre el
cañaveral y ponían los huevo donde se les “cacareaba “
Cuando nos íbamos acercando a la zona de guerra, astuta,
bajaba el tono de vos y cariñosamente me decía:
_ Vení Martita…!!! La abuela levantará el alambrado, vos
que sos chiquita pasá por debajo, hacia el otro lado del
terreno. _
_ Tomá llevá esta canastita. Andá despacio, mira bien que
no haya nadie en el fondo, buscá los nidos que están entre
las cañas y me traes todos los huevos que encuentres. _
El relato de cualquier aventura tiene como tema central la
historia del héroe que debe cumplir una misión. Enfrentar
constantes peligros provocados por los enemigos, ya sean
personas o animales.
Eso me sucedida…
Toda la travesía era una aventura única e insuperable,
efectivamente, yo como en las novelas, me sentía la
heroína de gran valor que concretaba las proezas encomendadas, por la madre de mi madre.
El cumplimiento de esta tarea, poco común no era fácil,
debía enfrentar el peligro que significaba la aparición
inesperada de la vecina o el picoteo del gallo o el alboroto
de as gallinas, que saltaban hasta mi cara. Me ovillaba
como si fuera un “bicho bolita “ , me ocultaba entre las
cañas, esquivando piedras, latas y alguna que otra rata de
cola larga, que se asustaba de mí y se escondía en alguna
cueva.
Con la canastita en el brazo, husmeaba como un perro de
caza. Cuando menos lo esperaba, mágicamente, aparecían
los nidos con sus huevos dorados y blancos, como tesoros
encantados. Algunos estaban debajo de las gallinas; ante
esa situación las agarraba de la cola y las reboleaba con
fuerza. Ver aletear por el aire a las gallinas me causaba
mucho placer, como cuando, antes de entrar a la Escuela
me comía la barrita de chocolate con maní, que se suponía
era para el recreo.
Con el tesoro colgando del diminuto brazo, retrocedía
hasta encontrar a mi abuela, que me espera con ansiedad y
alegría. Como quien entrega una ofrenda le daba los
huevos, entonces ella me besaba la frente con ternura.
Una tarde ocurrió un hecho que causó sentimientos de
intenso enfado en mi abuela, por considerarlo injusto y
ofensivo.
Hacíamos nuestra rutina diaria, cuando divisé que en un
nido, había un cartel escrito con grandes letras rojas.
Sigilosamente me acerque y lo leí. Comprendí el texto,
pero no el sentido profundo del mensaje. Sin perder
tiempo se lo lleve a mi abuela.
_ Mira…!!! . Este cartel, estaba en un nido, “no sé que
dice”... No lo leí _ (Mentirosa…)
La cara de mi abuela me recordó al arco iris, todos los
colores iluminaron su cara ante el enojo. Ese estado
emocional fue variando de intensidad hasta convertirse en
ira…!!! A lo gritos recurrió a mi madre.
_ Vení hija!, Que guacha esa Gallega, maleducada. Insolente a vos te parece decirme eso. Mira qué barbaridad…!!! _
_ Pero que te dijo mamá…? _
_ HIJOS DE PUTA NO SE ROBEN LOS HUEVOS _
La respuesta de mi madre no se hizo esperar.
_ ¿Cómo sabés que el cartel es para vos? ¿Acaso vos
estabas robándole los huevos a la vecina? _
Vieja ladina. Rápidamente contesto.
_ No yo no…!!! _ Habrá sido “La Martita”
EPILOGO: (Profundo)
Si mi abuela compraba el maíz y las gallinas ponía los
huevos en la casa de la vecina ¿A quién pertenecían los
óvulos de la discordia?
“ Se dé una «decisión salomónica» cuando se busca la
solución sabia y justa entre dos posturas, recordando
como el Rey Salomón al decidir sobre la maternidad de un
hijo, dictaminó que cada mujer se quedara con una mitad
del mismo, a lo que una de las mujeres se opuso.”
En este caso:
¿Debimos Cortar las gallinas por la mitad…?
¿Partir los huevos…?
¿Quién se quedaría con las yemas y quién con las claras…?
Qué dilema… ¿Quién se quedaría con las cáscaras...?
Doña Carmen y La Gallega, eran tal lieras que hasta por las
cacas derramadas en los gallineros discutirían.
- Autor: marta CARMEEN ( Offline)
- Publicado: 21 de abril de 2021 a las 21:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
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