Alguien grita: "yo soy el fin".

Homo Reus

Ha sonado ya la primera de las trompetas, escucho en el cielo su sonido ensordecedor, vean, han soltado de sus cadenas a un mentiroso, al que está destinado a ser el engañador.

Vengan, todos vamos a escucharlo, y dejarnos seducir por su vanidad, sus palabras son vacías, aunque llenas de dulzura, sus mentiras, para nuestros oídos deleitar.

Suena ya en el cielo la segunda trompeta, ¡A las armas! gritan todos, ¡vamos todos a matar! arrasemos con la vida, no dejemos en pie a nadie, terminemos con la paz.

Matemos al que a dado vida, al que la quita, al hijo y padre por igual, destrocemos lo que han construido con sus manos, vamos, que ni una nación se salve, a ninguno vivo hay que dejar.

Suena en el cielo la tercera trompeta, y las cosechas comienzan a morir, nuestros estómagos claman destrozados: “si muero de hambre, será por ti”.

Y comienzan a hincharse nuestras entrañas, cualquier basura podría mi boca comer, estamos pagando, pero no nos arrepentimos ¡pecado, pecado dulce bien!

Suena ya la cuarta trompeta, y con su sonido se lleva el brillo del sol, nuestros ojos entran en tinieblas ennegrecidos, quien nos rescatara? ¡Ayudanos, gran engañador!

La luna comienza a morir de apoco, la noche más oscura nos cubre sin tener piedad, guerra, muerte y ahora hambruna, sobre nosotros cae la más eterna oscuridad.

Una quinta trompeta suena en el cielo sin vida, enjambres de animales alados bajan para a todos matar, nos comen vivos, nos devoran, ni siquiera nuestros gritos los pueden ahuyentar.

Pero nuestras blasfemias no paran, nuestros cuerpos carcomidos no dejan de hablar: “gran engañador, rescatamos, de nosotros, ten piedad, que tu mentira es refugio de malvados, y a nuejstro dolor ha de aliviar”.

Suena una sexta trompeta y del infierno ángeles rebeldes comienzan a subir, en sus manos vemos armas mortales, que cortan y hieren y a todos los seres hacen huir.

Escuchamos sus risas fuera de nuestro hogar, se rien y se mofan de nuestro dolor, nos buscan hasta debajo de las piedras, nos quieren, nos degollan, por qué hemos blasfemado contra el señor.

Suena ya una séptima trompeta, este sonido es lo último que vamos a escuchar, todos corremos a escondernos, sabemos que este es nuestro final.

Se han roto ya los siete cellos, viene sobre nosotros la irá, la cólera de dios, vengan, vamos a escondernos, que no nos encuentre, vamos a ocultarnos de la mano del señor.

Caigan sobre nosotros montes y cerros, caigan y aplástennos, de nuestros cuerpos no tengan consideración, terminen con nuestras vidas mundanas, terminen con el sufrimiento y nuestro terror.

Pronto bajará del cielo el que con la espada en su boca podrá al tiempo un punto final, muerte, vieja amiga llévanos, llévanos por favor, de nosotros ten piedad!

  • Autor: Homo Reus (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de abril de 2021 a las 18:24
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 32
  • Usuarios favoritos de este poema: Augusto Fleid
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