En una cálida tarde de verano, con un libro de poesía en la mano, me acomodo sobre la pálida hierba de un pequeño parque de la ciudad. Junto a un rosal que se llenó de espinas, porque olvidó dibujar sus rosas.
Abro el libro y el poeta envuelve mis sentidos, con sus palabras y sus intensos silencios, logrando que la poesía insufle mi esencia y haga brotar destellos de eternidad en los extremos de mi existencia.
Y aunque sé que jamás lograremos entender lo que dice el poeta, trato de acceder a su reluctante voz, encontrar en ella el hilo conductor, desenrollar en una lectura la madeja. En suma, entrar a los aposentos de la poesía.
Y siempre acabo preguntándome, una y otra vez: ¿Cómo escribir palabras tan sentidas como aquellas, y alcanzar a penetrar aquella voz luctuosa, sin tener que hundirme en los abismos de los que jamás pudo salir el poeta?
Esta tarde, frente a las hojas mustias de un rosedal, estoy leyendo a Miguel Hernández, y mientras recuerdo a mi padre muerto, la cálida voz de Serrat toca mi memoria, embriagado en el dolor de la elegía a Ramón Sijé. Es cuando el poeta me recuerda que no se puede hacer poesía, sin antes no haber sufrido de humanidad.
- Autor: Carosif (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de abril de 2021 a las 20:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Paco Jose Gonzalez, Alberto Diago
Comentarios2
La poesía saca lo mejor o lo peor de de nuestra humanidad.
poesía es amar, llorar y reír
saludos poeta
Muy agradecido por el comentario estimada poeta.
Preciosa evocación de lo poético. Saludo cordiales.
Agradezco tus valiosas palabras estimado poeta. Saludos cordiales.
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