Sí, era su día libre, el de Yelisa Suárez, la cual, sólo quería divertirse, salir a caminar, salir a dar un paseo, o ir al cine, pero, no, si quedó varada entrenando en el complejo deportivo y dentro de su corazón, sólo sintió nervios y más inseguridad que le dejó la vida sucumbiendo en un sólo trance recorriendo el suelo en la práctica deseando ganar, pero, con toda honestidad y pureza dentro del propio embate entre los dos oponentes. Cuando entre los celos de la esgrima, ella, Yelisa Suárez, sintió su forma de ver el cielo como el mismo límite de un sólo triunfo. Si en el aire, rozaba el florete con el aire dejando una estela de aire entre el contrincante y ella, Yelisa y se dijo que el deseo fue como la misma fortaleza en querer ganar lo que más anhelaba en la fuerza de querer más la forma de entregar entrenamiento y técnicas más eficaces en contra de su cruel oponente. Cuando ella Yelisa, toma agua fresca, y se refresca su cuerpo y más su piel se hidrata es cuando sus fuerzas se llenan de más riqueza. Si cuando en el combate de práctica se dió la confianza y la riqueza de entrever el desastre de querer entrenar para ganar la contienda. La batalla o pugilato de ese deporte del esgrima sólo le dió fuerzas y más destrezas y habilidades más consecuentes de ver el reflejo en el alma buscando una luz que atrape la esencia y la presencia en combatir en contra del propio esgrima. Ella, sólo Yelisa, toma el sable y el florete de forma combatiente hasta lograr en el esgrima una forma y una fortaleza en saber que ganará la batalla. Cuando en la forma de creer en el combate se dió y se ofreció en la forma más electrizante en saber que el delirio más eficaz fuera la forma de entregar cuerpo y alma en el combate. Cuando se sabía de que el delirio más escalofriante era el gélido frío en perder. Cuando en el desafío se hizo como si se hubiera perdido, porque al fin y al cabo, se sintió como un mal desastre en nunca querer perder. Cuando en el alma fue como lo efímero y más perdido instante en que el desafío se electrizó cuando, al fin y al cabo, se dió como la oferta más grande y más inmensa en el combate de práctica. Si en el desafío se sintiera como el mismo instante en que se electrizó la forma de ver el cielo de tormenta en ese cruel evento de esgrima. Cuando en el alma, sólo en el alma, se veía una sola luz en el combate de perder en la práctica. Cuando su mundo se sintió como el mismo penitente corazón, cuando se vió el desafío en querer enfrentar el sólo desafío en que se viera como el mismo tormento. En que se diera como el desafío efímero de creer en el combate y en el convite más real de creer en el mismo coraje del corazón sólo en la memoria. Cuando en el corazón se alegra como la misma fortaleza en creer en el florete de su contrincante en el propio corazón. Cuando en el mismo momento se electrizó la insistencia en poder ganarle al mismo corazón, si en el mismo instante por haber creído en el mismo recelo del corazón se sintió devastado cerca del contrincante aunque sea en la práctica. Y se inundó de fríos y de gélidos tormentos, cuando la euforia marcó el frío en el combate efímero. Y sí, era su día libre, estaba como en libertad como el pasaje vivido si como el mismo instante en que se sintió como se gana o se pierde. Cuando en el trance vivido se dió un altercado entre su oponente y la práctica de Yelisa Suárez en el complejo donde ella practica el esgrima. Cuando en ese evento se vió aferrada al sable y al florete en el combate entre su contrincante, si lo mira con ímpetu y con una eterna disciplina que marcaba sus propios pasos en la esencia de la presencia en cada paso dedicado sin contemplación. Cuando en el combate de querer entregar el coraje de saber que el sable y el florete de combatir en el trance vivido entre dos contrincantes se debía a que el combate era tan peligroso como es la tempestad tan impetuosa. Cuando en el ir y venir lejos de la mentira se halló de frente a la verdad, combatiendo un sólo mal trance vivido. Cuando se dió lo más pernicioso del combate cuando se entregó el alma y a la conmiseración autónoma de saber que el destino camina en un camino oscuro y que ella, Yelisa Suárez, era la luz de ese propio camino. Si Yelisa Suárez, se vió tan marcada y tan desolada desde entonces que vió el altercado entre su oponente y ella que dejó evidenciado, la forma de atraer la victoria hacia ella y llevando su florete con la punta hacia el mismo corazón de su oponente. Cuando, de repente, se vió marcada y tan despuntada como el mismo florete en el mismo corazón de su oponente. Y, así, practicó en esencia, disciplina, coraje y esencia y más con una sola presencia, en que actuaba su forma de ver el cielo como el mismo límite en éxito rotundo. Cuando su rumbo marcó trascendencia autónoma de creer en el capricho de obtener la forma más exacta de ver y de sentir el sable y el florete en el mismo corazón de su contrincante. Si en su instinto se vió aferrada al florete marcando una atracción efímera, pero, perenne, entre dos en pugilato autónomo. Cuando en la fiebre del cuerpo se debió a que el instante se debió de sentir el frío gélido en el alma buscando un calor perenne entre el combate y el esgrima.
Y llegó la noche fría, y tan álgida como el mismo viento frío en que se dedicó en el amor hacia el esgrima. Y ella combatiendo fríamente en el complejo donde se dedicó en ser como la misma espada que tenía y que poseía el éxito rotundo del esgrima. Cuando su esencia y su presencia se debatía en una sola espera y tan inesperada la forma de creer en el mayor desenlace cuando ocurre el mayor deseo con las cadenas del deseo a través de la careta de esgrima en que ella, Yelisa Suárez, veía y observa a su oponente más frío sintiendo el frío en la misma piel. Cuando en el mayor destrozo de un sólo trozo en el camino frío sintiendo el mismo coraje de ver el cinismo en la careta enrejada a través del tiempo y las horas de combate. Si ella, se veía en el reloj del tiempo en que se guardó el más apreciado tiempo en un sólo combatir entre dos oponentes y tan fríos como el mismo hielo. Si se vió el enrejado de la careta de ella, de Yelisa, entre el reloj y el mismo tiempo, en que el silencio se llenó de deseos y tan candentes como el mismo sol. Cuando en el desenlace se vió aterrada y tan filtrada la emoción de ella, de Yelisa, cuando su tiempo era el de combatir en contra del mismo tiempo. Si se enterneció de tal forma en que el mundo lloró por tanta desesperación inconclusa cuando el evento se dió como el mismo evento de esgrima combatiendo en tiempo y espacio. Cuando se aferró el mal destino cuando caminó en sola soledad de que el deseo se diera como las cadenas del deseo entre aquellas rejas del amor en que sus ojos se perfiló amor y más que eso pasión. Cuando quedó el deseo de una sola revancha cuando en el alma perdió su oponente de práctica en contra de Yelisa, la esgrima más valiosa del evento. Y así, practicó toda la noche, esperando ver y sentir su florete en el mismo corazón de su contrincante y esperando derribar de una vez y por todas a su oponente.
Continuará……………………………………………………………………………
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de abril de 2021 a las 00:02
- Comentario del autor sobre el poema: Yelisa Suárez es una joven que se abre paso en el “esgrima”, pero, le llega el amor y tan inesperado y con él, llegan las cadenas del deseo…Mi 14ta novela corta del año 2021...
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: Paco Jose Gonzalez, Augusto Fleid
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