**~Novela Corta - Las Cadenas del Deseo - Parte Final~**

Zoraya M. Rodríguez

Esa noche pensó e imaginó en ser como Wang Kun Ottopekeke, cuando su esencia como toda esgrima se debía a que el silencio le decía en poder ser como un Wang Kun. Siendo para Yelisa, su alteza, su erudito, su maestro, su presencia, su mentor y su camino qué seguir. Ella, Yelisa Suárez, se vé como toda esgrima en ese gran deporte tan favorito que ella ama con todas sus fuerzas, pero, llega el amor en cadenas del deseo sin saber qué escoger si el deporte o su gran e inmenso amor el que acaba de conocer en el mismo deporte que a ella le interesaba tanto. Las cadenas del deseo se vienen venir en la careta enrejada de acero inoxidable cuando su rumbo se vió alterado por el amor tan verdadero de Yelisa Suárez en el ámbito del amor y de la pasión viva que ella sentía en su propia alma dentro del suburbio automatizando la gran espera inesperada en saber que el deseo se convirtió en un camino abierto dentro de su corazón y era el amor que había llegado a ella, a Yelisa. Y se dió lo impetuoso del destino cuando su forma efímera se convirtió entre aquellas cadenas enrejadas entre lo que ella veía a través de esa careta en que ella se enamoró de esa luz en los ojos de su oponente. Cuando en el desenlace final se vió alterada su forma de sentir el silencio entre su costado más doloroso, cuando en el trance de un mal vivido, quiso sentir su fuerza entre sus manos más llenas de un sólo instinto con el sable y el florete. Y se dijo uno, dos y tres, con sable y florete en mano derecha como izquierda, siendo ambidextra tomó fuerza esa noche de todo un día de práctica e hizo “Touché” o un “tocado” en el golpe de esgrima cuando el juez así lo dispone cuando se combate y gélidamente y sin cálculos. Cuando en el encanto se electrizó la forma de combatir en trance cuando en el delirio delirante se abrió el deseo más inconsecuente cuando lo tocó con golpe a su oponente aunque sea en práctica sin contemplación. Y ganó la práctica cuando se hizo más de noche, cuando en el desenlace final se hirió el mal trance en combatir con una mentira en contra de toda verdad y así era el combate frío, desnudando el final con un oponente y tan frío. Y se edificó la forma de creer en el momento frío cuando durmió un sueño electrizante y tan penitente, cuando en el desierto mágico se imaginó en sueños Yelisa Suárez, en que se enfrenta a su contrincante haciendo una estocada fuerte y sin debilidad alguna de querer combatir cuando en el mayor final se da como el final de un mal tropiezo cuando cae de bruces caídas en esa estocada fuerte que debía de acelerar cuando más desea ganar Yelisa. Si cuando en el combate de querer amarrar el sable y el florete en esgrima a su mano haciendo y realizando la estocada más fuerte que nada ni nadie. Si Yelisa Suárez sirvió de esgrima y más la número uno en combatir fuertemente cuando derribó la esencia y más la fuerza en espelunca de un corazón casi infartado cuando en el momento de ganar en contra de su propia voluntad, se enfrío el combate en querer ganar la reyerta y tan fría como el mismo hielo. Cuando en ese sueño sólo se detuvo una conmiseración innata y tan original como lo fue el combate entre su oponente en ganar la copa mundial de esgrima. Cuando se sintió el mal final de un combate frío entre el más escalofriante de los desenlace cuando en el mismo tiempo se debatía su contrincante con otro oponente. Cuando su esencia y su presencia se entristeció por tanto y por más en el combate de perder en ese sueño como siendo una triste pesadilla, cuando se aferró el mal desastre en querer servir el convite, cuando en el mal vivir se electrizó su forma más atrayente en querer lo más electrizante de lo florecido cuando en el convite de lo funesto se dió lo maś inerte y frío de un sólo tiempo en combate. Cuando en el final de un todo se dió lo más inconsecuente de un todo como un final sin destino ni camino hacia la copa mundial de esgrima. Cuando en juntar los delirios se aferró el mal desastre de verse tirada y de bruces caídas en ese sueño combatiendo en escena hacia la misma presencia dada en combate. Cuando en el sueño pertinaz se enfrió el deseo entre las cadenas del deseo en esa careta enrejada de esgrima cuando lo vió ojo con ojo queriendo ganar el combate de esgrima. Cuando ella, sólo ella, Yelisa Suárez, se vé combatiendo en la escena fría y tan tenue de luz opaca, cuando se dió el desastre de enfrentarse en entrenamiento frío siendo ella la luz inerte y tan condescendiente de querer atraer el triunfo a su manera de pelear en esgrima. Cuando en el ocaso muerto y tan frío como el inerte frío en querer amarrar el combate se aferró en su mano derecha cambiando con la izquierda, siendo ambidextra y dando esa estocada, con el “Touché”, con el “tocado”, como el mismo juez disponía en cada resolución del juego de esgrima. Y ella, Yelisa, se debate en la espera y tan inesperada como el mismo dolor consiguiente en que su presencia se llamó como la tan inesperada espera en atraer el combate sin poder creer en el mismo final descartando lo más universal de un todo, cuando pierde el combate una premonición o un futuro desconocido entre lo más incierto. Cuando en el instante se enfrió el más puro de los dolores cuando en el esgrima soltó una estocada y tan fría como el poder querer ganar la reyerta. Cuando entre las cadenas del deseo se aferró en la careta en ver el reflejo de luz en sus propios ojos. Cuando en aquel instante se dió lo más efímero en poder creer en el combate entre Yelisa y su fuerza con el contrincante. Si tan sólo quiso ver el cielo como éxito rotundo cuando en el cielo no quiso ver el sólo fracaso. Si en ese sueño sólo se vió aterrada en no querer perder, cuando fue premonición o un futuro tan cercano cuando no deseaba perder. Y se fue por el rumbo incierto, cuando su deseo se enfrió de tal manera en que su fuerza se debilitó más y más, cuando en esgrima soltó una estocada, y tan fuerte como el mismo deseo si entre las cadenas del deseo se tornó áspero, pero, tan ágil y tan hábil como lo vil del entrenamiento, si queriendo descifrar un acometido de luz, quedó y tan opaca como la luz en el mismo sueño en que siendo ella la luz se sentía en fría desolación como en la oscuridad incierta, pero, tan certera como la vida misma. Si cuando en el desafío entre su oponente y ella, se combatió una esfera y una estocada tan fría como lo fue derramar fuerzas y fortalezas frías como el haber combatido en contra de un esgrima y tan fuerte como lo fue su contrincante en esgrima. Destrozando lo impetuoso de un sólo camino forzado y con ímpetu en encadenar las cadenas del deseo, cuando en el mal desenlace se vió y tan frío el combate en tener que hacer el fracaso en manos de un sable y de un florete casi tan inocuo como perecer en el combate muerto. Cuando en lo vivido se ofreció el frío combate en amar la guerra combatiendo el frío cuando en el altercado se vió entre la espada y su contrincante, pero, esta vez se aferró al deseo con las cadenas del deseo, entre su rostro y el rostro de su oponente, entre esos ojos de mar y de un lago azul en que ella, Yelisa, viajaba en el tiempo. Cuando en el enrejado de la careta se veía venir unas cadenas del deseo viendo sus ojos de mar en esa careta de acro inoxidable con la fuerza entre dos combatientes y tan fuertes como lo fue y era la batalla de esgrima entre dos fuertes. Cuando ella, Yelisa, se vió aterrada y aferrada como el mismo final de creer en el desierto frío y cauteloso como ese lago en que ella de niña navegaba en canoa hasta cruzar la otra vía del lago. Cuando en el desastre efímero y tan primero se desató una fuerza en querer la misma mala situación en que se vé venir las cadenas del deseo en su propio rostro. Cuando se edificó la locura y la tortura en esgrima, cuando en el mal desenlace se vió atormentada de furia y de inestable presencia cuando en el altercado se vió friolera como el mismo sable y florete en ambidextra situación y manos tan diestras. Cuando en el combate se ofreció el tormento en creer en la forma de sentir y de presentir el frío combate de creer en el mal trance, cuando se edificó el mal resentimiento de ver el cielo con tantas fuerzas combatiendo el mal vivido en sable y florete. Cuando en el mal coraje de creer en el sentimiento en saber que el deseo era tan fuerte como el mismo instante en que se dió las mismas fortalezas en creer en el destino fuerte y tan real como lo fue conmemorar el momento, pero, todo era un sueño. Cuando en el sueño vivido se acercó la forma más vil de atraer lo indiferente, y lo mas esencial de todo, cuando en el combate efímero se dió lo primero de creer en el combate de imaginar y de pensar en ganar como un éxito rotundo. Cuando en el sentido se dió una fuerte estocada, y tan fría como conmensurar el momento lleno de dicha y de un éxito y tan real como rotundo. Cuando en el trance se vió alterado el frío nefasto en creer en el instinto, y más en el imperio vivido. Cuando se vió alterados los nervios y más el desastre, de ver el cielo como un sólo límite en saber llegar hacia el éxito rotundo. Cuando en el tormento de sentir y de creer en el destierro total del combate en esgrima sintiendo el sable y le florete volar lejos del corazón del contrincante en “Touché”, de un “tocado”, y tan frío como el mismo instante, en que se dió la forma de ver en el cielo como una forma vil y atrayente de ver el cielo sin tormenta. 

Cuando en el momento más perfecto combatió ella, si era el tercer día de combate, después de esa noche con ese sueño pertinaz, y tan suspicaz como el mismo delirio y tan delirante frío como el mismo tiempo. Cuando ocurre lo que discurre una batalla a muerte y sin sentido como el mismo trance vivido. Cuando en el mal instante se vió atormentado de ira y con un sable mortífero y un florete casi en estocada muerte. Ella, Yelisa Suárez, se vió aferrada y entregada a la vida misma cuando en el suburbio automatizado de la gran espera de ese tercer día, se debió de entretener el combate con un público excelente. Cuando se dió la vida misma en el mismo instante en que se aferró la vida misma en que cuando se electrizó su forma hiriente de dolor en llegar casi al corazón con el sable y el florete en esgrima con el “Touché”, con un “tocado”, a vil muerte. Cuando ella, Yelisa Suárez, comenzó a dar señales de existencia fue cuando ella dió el paso más fuerte de esgrima como se lo había enseñado y demostrado Wang Kun Ottopekeke, en esgrima. Y entre la careta se vieron reflejados aquellos ojos que vió anteriormente y con luz en el reflejo, pero, que no los conocía todavía ni aún los percibe de amor y de ansiedad como el amor entre las cadenas del deseo, cuando los vé y lo mira y los observó a traveś de la careta enrejada de acero inoxidable, cuando su tormento cayó atemorizando la gran espera y tan inesperada de una cruel emoción cuando en el momento se vió en un frío altercado en saber que su destino y su camino se vió aterrado cuando ella reconoce en esos ojos los ojos de Wang Kun Ottopekeke, y el sable y el florete llegaron a hacer “Touché”, un “tocado”, y tan mortífero como poder ganar en contienda y en batalla al mejor del mundo. Si era Yelisa Suárez la esgrima más valiosa del mundo del esgrima, cuando con las cadenas del deseo se vieron tras el enrejado de esa careta de acero inoxidable, que su amor le llegó sin esperas premeditadas, cuando su amor floreció y con sable y florete realizó “Touché”, un “tocado”, pero, tan real como el mismo amor entre aquellas cadenas del deseo.

FIN




          

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 26 de abril de 2021 a las 00:01
  • Comentario del autor sobre el poema: Yelisa Suárez es una joven que se abre paso en el “esgrima”, pero, le llega el amor y tan inesperado y con él, llegan las cadenas del deseo…Mi 14ta novela corta del año 2021....
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 14
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