A una cerilla (Soneto)

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Ceñir con linde el fuego y su ventaja,
y evitar de algún modo la humareda,
ocultar el olor mientras se pueda
y prohibirle dormir en suave paja.
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Sacarla con cuidado de su caja,
al hacerlo es posible que se exceda,
y esperar que el fulgor luego no agreda,
pues demente es la llama  que no encaja.
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Si enciendo su menuda cabecilla
ella suele otorgarme algo de gloria,
mientras, se quema el tiempo con que brilla.
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A ese instante fugaz, a una cerilla,
que otorga con su brillo una victoria
tan breve como un beso en la mejilla.
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Poema : Ramón Bonachi.
Abstracto al óleo: Claudio Bonachí.