Un día más, un día menos.

Veo los días pasar desde mi ventana, 
las mañanas son pesadas, las tardes amargas.
La esperanza se haya atrincherada,
mi alma encarcelada, mi vida estancada.
Las horas se ciñen de trampas.

No queda nada, solo el apresurado
tiempo y vientos cubiertos de siglos,
se ensombrecen los estíos en vilo.
Se quiebran los corazones con doble filo.

Nuestra existencia es acaso
minutos que se prestan a pasar,
un ínfimo viaje hundido en el confín.
Seres olvidados en la eternidad,
nos toca sentir a flor de piel la cruel realidad.   

No hay nada aquí, el ojo solar
dispuesto a brillar, y su tez de oro suele apagar.
La luz de luna arropa la pradera.
La brisa lejana peina toda la ciudad. 
Hasta la flor más bella se llega a marchitar,
a causa del tiempo o el azar.
Después toca mirar la atroz verdad.

Un día más, un día menos. 
Será que ya no podemos reconocernos.
 Al ver el espejo el reflejo es, un ya no podemos,
al escuchar el consejo del ego es, un ya lo tenemos.
Delego esa vanidad a la eternidad pues rápido nos iremos.

La única huella que dejamos es de carbono,
lo que dejamos no compensa ni siquiera siendo abono.
El tiempo es un constante flujo, cortante embrujo.
Pensamiento flotante un lujo, 
me dejó contarte lo que ahora exploro,
un sentimiento recurrente que me
condujo a que solo somos polvo. 

Seres, lo único importante son las relaciones con otros seres.
Esa conexión es la que nos mantiene unido a este mundo.
Si todo se lo dejamos al tiempo 
vamos a envejecer sin un rumbo, 
solo podrás ver crecer el nudo 
que te ahorca al pasar de los meses.
La vida se acaba en un suspiro,
y estar de adorno te adormece. 

Cuidado ante el peligro que siempre te acecha.
Pueda que se abra una brecha cuando mueras
y cuando vuelvas veas que de ti 
solo se recuerda una fecha.









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