Y Cristal Baltazar perdió su amor, su pasión y a su más amor real. Porque cuando él, Ignacio Toro Rosa se fue en fuga, o sea, huyendo lejos a las relaciones entre ambas mujeres, tanto su esposa como su novia - amante, y se ofreció lo que nunca en el enjambre de amar y querer y odiar también, si se fue Ignacio Toro Rosa, y viajó lejos de allí, dejando estéril el corazón de Cristal Baltazar. Si él se fue dejando en soledad a Cristal, haciendo desaparecer la luz en sus propios ojos, dejando el corazón frío y sin amor, y sin más que el camino sin pasión y el sentido sin sentido, pero, ¿por qué se fue?, se preguntaba ella con demasiado ahínco. Cuando fue vil, desastroso, una daga a muerte, y un suburbio roto en su camino. Si en el momento se electrizó la forma y más la manera de observar la vida misma, de ver el amor y sentir la pasión en indiferente contraste, y de creer en el hombre de otra forma, cuando Cristal hizo una promesa de que todas las noches deseaba y quería ver siempre la luna plateada en el cielo añil con o sin nubes grises, ya que su vida se tornó oscura, o gris con un torrencial aguacero como una fría tempestad en su cuerpo y más entre su mente y su pensamiento. Si después ella, Cristal Baltazar, esa promesa se debía de cumplir por tantas noches de amores y de pasiones con Ignacio Toro Rosa, cuando en el suburbio autónomo de la espera por la noche se debate en una sola contienda fría entre su imaginación y su pensar. Sólo debió de atraer la vida hacia su propia vida y más fuerte, queriendo desnudar el tiempo en horas accesibles. Cuando su esencia y más su sabienda sabiduría no se hizo esperar más.
Y Cristal, imaginó una pintura exquisita en esa habitación solitaria con que ella observa a la luna plateada, si fue sola una imaginación y pura candidez de una exquisita pintura dibujada y más por ella. Cristal tomó pintura de allí del atrio abandonado en esa débil, pero, atrayente habitación, cuando se formó la batalla entre dos cosas, entre el cuadro y ella. Y Cristal, dibujó un manantial al desnudo, con agua del cristal del manantial intacto y puro, cuando llegó a las gotas de lluvia se dijo, gotas como cristales como mi nombre, transparentes como el reflejo de su rostro en ellas, y como un suburbio dentro del mirar en los ojos de Cristal. Y esa noche, fue esa noche en que dibujó un cuadro, pintado por ella misma, por Cristal, cuando se dió lo más automatizado de la espera y tan inesperada, cuando en el deseo y la bondad se unió en compás del son de una endecha canción, cuando su triste melancolía se debió a que el deseo compaginó en esencia su distracción más efímera, pero, tan perenne, como el abrir y cerrar de ojos de Cristal, cuando su esencia abrió el deseo en marcar una sola trascendencia cuando en el ámbito de la pintura, se hechizó como la forma más ingrata de observar las dos cosas, como la pintura como su propio interior. Cuando en el embate superficial se dió como lo eficaz de un tormento, cuando se dió lo más cauteloso de ese manantial frío y pintado en el cuadro por ella misma, por Cristal, como lo más bello de esa pintura, Si cuando en el aire se dió y se asomó por la ventana, y ella, Cristal, quiso sustraer la luz de luna plateada, cuando en el desierto mágico de la verdad, se dió como la más de las más buscadas de la historia mágica, en que se dió el torrente de un ingrato tormento, cuando la luz es y era todo para ver y sentir el silencio de la luz plateada, cuando en el instante se dió lo más efímero de todo como lo más perenne de la nada de un todo. Cuando en el ocaso frío se sintió como el desastre imposible de olvidar, si era como la luz de luna plateada en el mismo cielo nocturno, cuando le toca el turno a ella a observar esa luna y todo por el desamor de su novio - amante Ignacio Toro Rosa. Cuando en el instante se electrizó la forma de atraer en el combate lo más efímero de ver el cielo lleno de esa luz tan clandestina, pero, y tan real, como el mismo translúcido diamante. Y ella, Cristal, comparó con un diamante a la luna, cuando en el embate de todo se volvió en la nada, en la nada de su propio recuerdo la luz de luna plateada en el mismo cielo añil. Cuando en el embargo de todo, se vió el desastre autónomo de creer en el ocaso vivo, y como el tormento de ver el cielo de azul, pero, en la órbita lunar sólo un deseo ambigüo, y tan continuo como lo perseverante de saber del empeño de ella, en querer mirar a la luna plateada en el mismo cielo de tormenta y de nieve álgida como el mismo invierno frío en que cayó el desenlace final de querer amar y de enredar el sinónimo del amor y del mismo dolor. Cuando ocurrió el mayor desenlace de ver y de sentir el mayor de los imperios en soledad la luz de luna. Si en su interior de todo se vió la luna plateada en derredor sintiendo el frío en camisas extrañas de un novio - amante en solitario. Si en el desenlace se vió atormentado de creer en el ingrato soslayo invierno en que caen hojas invernales en cuestión de poder saber de que el silencio era como el mismo abrir y cerrar de ojos. Si para ella, para Cristal era demasiado tormentoso lo que se enredó en el cuadro pintando lo que más le gustaba a ella, el paraíso de abril en la primavera llena de rosas clandestinas en el jardín sin tormenta de invierno y tan fría como el mismo paisaje vivido. Si se dió la más fuerte de las fortalezas, cuando en el embrague de la brega del día a día, entre negocio y negocio, se vió aferrada a la buena situación de que el desierto era tan mágico como el ver y observar la luna plateada en vez de seguir la distancia entre una presencia y otra. Y sus negocios acrecentaban en la forma más efímera en hacer y de realizar negocios con vínculos comerciales para atraer el comercio local hacia su propio país. Y se sentía bien y del todo más que eso en total bien. Ella, Cristal, abandonada por el amor, y llena por el desamor, se vió su razón inalterada y tan fría como la misma luz de luna. Cuando en el instante se vió aterrada y tan fría como el mismo hielo, cuando se dió la más conmiseración innata en saber de la química y de la sentencia impuesta de esa cálida promesa de ver y de observar la luna plateada en cada noche. Cuando en el silencio se dió lo más tormentoso de una ira y de una insolvencia tan original como el haber dado con el clavo como la herida más profunda. Cuando Cristal, se vió obligada y forzada a ver la luna plateada todas las noches, pues, su forma de ver y de observar le agradó tanto que en el suburbio autónomo de ver la realidad se vió aterrada a sentir la luz de luna en sus ojos y en su piel, ¿por qué no?, si la luna la sentía hasta en el alma, esperando por un sentido y un sentimiento y en el alma una sola luz. Cuando en el albergue de todo lo vivido se creció la forma de entregar el mal porvenir, cuando su esencia se vió la forma de creer en la magia de esa luna plateada como un tormento en desastre de un mal vivir, cuando su esencia creció como toda hiena en la misma selva. Si debate el silencio en el alma, y con esa luna plateada, se formó el delirio delirante de creer en el instinto de ver el cielo como un solo lamento en la magia y tan efímera. Cuando en el desenlace se vió forzada y obligada a ver la luna como una sola promesa y que ella más cumplió en redención a saber de su prometido desenlace, de un sólo final que llegó a ser como la esencia más productora. Cuando su forma se vió alterada la forma de ver la luna plateada en el mismo cielo que corría la tormenta invernal por el mismo cielo. Cuando en el delirio delirante se vió aterrada la forma de creer en el alma devastada en la misma forma de creer en el mismo instante en que se dió la misma fortaleza en hacer creer en el tiempo devastado de tormento y de iras en un sólo desamor. Cuando el antónimo del amor es el odio, cuando ella sólo siente y presiente el deseo de ver a la luna plateada en el mismo cielo añil.
Y llegó el día, el nuevo día, en saber que era otro día más en que la pesadilla se hizo tan viral como el mismo imperio soslayó en una base sin fundamentos. Y ella, Cristal vió el sol en el cielo donde se cuece el viento entre penumbras de soledades, y de sombras adversas entre clandestinos rayos tan fríos en una sólo día, donde se dan las sombras de bruma espesa en ese mar perdido por donde se da el tormento y tan vil de lo acontecido. Cuando en el embate de entregar la razón se volvió una sola locura cuando en el enlace de creer en el embargo más candente se enfrió en el combate y en la contienda entre Ignacio Toro Rosa, y ella Cristal, que siendo novio - amante de Cristal, se volvió inerte y tan fría la relación cuando se apagó la llama perdida y más en el cielo como todo un sol, y se volvió luna plateada de una noche a oscuras y tan fría como un acometido de un sólo desastre. Cuando en el trance de lo primordial la promesa fue más allá de la pureza de la verdad, cuando ella Cristal, vió a la luna plateada como luna llena en la noche fría y tan álgida como los besos finales de aquella relación entre Ignacio Toro Rosa y ella Cristal, cuando su esposa pudo saber toda la verdad, de que ella era la amante de él, de Ignacio Toro Rosa. Cuando en el trance de lo más perfecto se vió atormentado en un sólo imperfecto deseo en que el comienzo se daba como el final de un sólo todo. Cuando ella, Cristal, se dedicó en cuerpo y alma a abastecer la ausencia de su novio - amante, cuando se fue Ignacio Toro Rosa, si en el instinto que se vió aterrado en el alma, se llenó en cuerpo y alma de embriaguez cuando vió a la luna plateada en el cielo brillando con luz tenue, pero, tan fuerte como el mismo sol. Cuando en el instinto de Cristal, se vió lo más efímero de creer en esa luna plateada cuando en su interior la vé desde lo más profundo de su propio ser.
Continuará……………………………………………………………………………………………...
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de abril de 2021 a las 00:18
- Comentario del autor sobre el poema: Cristal Baltazar sólo quería ver la luna todas las noches, cuando hace una promesa cuando perdió el amor real… y había un frío invernal de la estación de invierno en la temporada...Mi 15ta novela corta del año 2021...
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
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