Por la alameda
bajabas una tarde
hacia el trabajo.
El paso firme
dejaba en mis oídos
su melodía.
En el ambiente
dorado del otoño,
tú destacabas.
Así, tu aroma,
quedaba entre las rosas
y se mezclaba.
¡Bendito olor,
del cuerpo y de las rosas,
que a mí llegaba!
Cerré los ojos
al paso de tu cuerpo
tan singular.
Y sin palabras,
te dije que te amaba
en un suspiro.
¡Nadie me oyó!
me dije, sorprendido,
sin darme cuenta.
Y te siguieron
mis ojos y palabras
con gran pasión.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/12/20
Siempre he visto un imagen parecida a través de los años. La clásica de una persona querida caminando por la alameda de la ciudad y bajando y pasando al lado del banco desde donde me encontraba. No sé, ni puedo explicar, a qué se debe esta imagen y esta escena, pero es muy repetitiva y con una clara composición sentimental. Quizás es el recuerdo vago de algún viejo escrito, quizás el guión de alguna novela leída... No lo sé, pero es una escena que me recuerda algo, aunque no sea capaz de adivinar y ponerle un nombre y una cara a la misma.
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 2 de mayo de 2021 a las 08:32
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: Sierdi, Augusto Fleid, María C.
Comentarios2
Hay escenas que son repetitivas en nuestra vida.
El tiempo a escondidas las devora.
Las desaparece como un acto de magia.
El poeta, es el único que no pasa de largo. las inmortaliza con su pluma.
Con su bella gracia, hermosea cada detalle, aroma delicioso a los sentidos.
Muy bello poema. un acto perfecto.
Gracias por tus palabras, Sierdi.
Un saludo.
Es que es así tal y como estaá plasmado, estas escenas se ven a diario.
Un saludo.
Gracias María Isis.
Un saludo.
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