Nada cambia
este cristal indeformable
violencia espuria
comisión criminal
que el aire empuja, caliente
y por la noche. Como enhebrar
agujas
es un arte tan difícil, estuvimos
horas
atendiendo a los enfermos de las
cárceles contiguas, y como energúmenos
verdaderos, asistimos a los oficios funerales
de antiguos compañeros: cartas, carteros,
amores disipados bajo la llama austera
de un sinfín de días y estruendos tormentosos.
Nada cambia, pues,
a este lagarto insinuante
que llamamos vida, solemne,
petulantemente, iniciando, a la nieve
en su crepuscular mano de agua.
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 3 de mayo de 2021 a las 02:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: Jorge Horacio Richino, Lualpri, Augusto Fleid
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