Aquella tarde me juraste,
que mirando mis manos,
sembrabas en tu cabeza,
un aleteo de deseo,
imaginándolas mariposas,
posándose en tus pechos,
en el vuelo suave de caricias,
camino de tus muslos.
Aquella tarde me juraste,
que en todos tus amaneceres,
despertarias sedienta,
de esa lluvia de sentidos,
por ese mar tibio,
que emanaba la fuente,
de encabritados borbotones,
que te ofrecía mi cuerpo.
Y mis manos respondieron,
que no habrá un día,
que no sean ese guía,
rotulando en tu ombligo,
el camino que nos lleve,
a nuestro beso de gemidos,
en ese aliento desnudo,
de tu cuerpo contra el mío.
a.rodríguez.
- Autor: Antonio Rodriguez Bazaga ( Offline)
- Publicado: 8 de mayo de 2021 a las 05:54
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 75
- Usuarios favoritos de este poema: MANZANILLA
Comentarios2
Un canto al amor húmedo
Muy romántico, expresivo, salpicado de tintes picarones. Pero muy bueno. Saludos. MANZANILLA.
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