Son solo palabras...

Es la idea el germen
de la Poesía, no
la palabra. 

Max Jacob

Lo expreso contra lo impreso.

¡Vendo palabras, palabras bonitas!
Quiero un kilo de estas —dijo el filósofo—
¿No te gustan más estas, que quiero venderlas ya?
Es que llevan mucho tiempo aquí, en este cajón
macilento, marrón oscuro, y es que la gente
pasa, las mira, sonríe y se va.
No me gustan —dijo el filósofo— porque no me encajan
en el molde de mi idea, son demasiado gruesas. 
¿y cuál es tu idea? perdona el atrevimiento
—dijo el chamarilero—
Quiero escribir una historia, con final feliz,
al estilo de la mejor tradición de la anglosfera,
y esas palabras son muy reales, hablan de que no es
lo que parece, de que la felicidad no es el asunto,
de que nos echan a la vida como a una lagartija 
y andando llegamos a la meta con más pena que gloria. 
Pero es que es así, ¿no?
Sí, es así, pero si escribo es para que la gente se olvide
de que es así, no hace falta que le recuerde sus espinas,
porque al mirarse al espejo ven chorrear la sangre
por entre los ojos, quiero que durante el breve lapso
que dedican a la lectura —que suele ser algo antes
de rezar para mejor dormir— se piensen en un edén
de esos de los oleos.
Te entiendo —dijo el chamarilero—, te sirvo este kilo
tal como has elegido y te añado otro kilo de estas
que no quieres, pero no te las cobraré, llévatelas, no sea
que las necesites y no puedas bajar a comprarlas por aquello
de la premura, que está tan de moda. 
De acuerdo —asiente capitulando el filósofo—, me las iré
comiendo por el camino a casa, tengo ya hambre, me lo dice
el rugir sordo de este estómago que me llena por dentro...