Tras un vino que sonsaca socarronas sonrisas, y de entre los labios logra que se caigan las palabras.
Me disperso entre pensamientos que anidan en mi cabeza el deseo y la imagen de una mujer desnuda; toda la poesía que creo poseer.
No quiero más rimas, no quiero más rimas.
Nunca aprenderé a jugar con la belleza de las palabras, así como nunca lograré oponerme al recuerdo de esa mujer.
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