Cuando, de repente, tanto Vittorio y Alcina despertaron de ese cálido amor y de esa torrencial noche llena de pasión y de deseos nuevos, y de emociones buenas. Porque cuando se despiertan sellan con un beso esa relación que por tanto se amaron y en contra de todo hicieron el amor como nunca, y como nadie se amaron, y dejaron impreso en el alma ese amor y esa luz de sus propios ojos amando lo que nunca y lo que jamás se debe de creer, cuando al alma nadie la engaña ni mucho menos le miente. Si dentro de esa alma había luz, había amor, había pasión, y había fidelidad sin traición, y había confianza, todo lo que ellos dos buscan en una relación. Y él, Vittorio, contento y realmente feliz con Alcina, pero, llegó un mal momento, cuando él Vittorio, saca su rifle para limpiarlo y dejar intacta y lista la mirilla donde pone el ojo pone lo fatal y lo más hiriente. Cuando en el trance de lo vivido, y de la espera marcada se ofreció una felonía o una traición inocua, lela y lerda, y tan tonta como quedó ella, Alcina, cuando vé el rifle del francotirador más diestro del momento, y más guapo, porque era rudo, y tosco y recio como tenía unos músculos hechos por un gimnasio clandestino donde se hizo más fuerte y rudo, en contra y en cambio Alcina, una mujer débil y de muy pocas fuerzas, con un porte envidiable y con una elegancia ávida, y con un cabello muy hermoso, cuales características le hacían ser la dueña del corazón del más diestro francotirador de la vida misma. Cuando ella, Alcina, se entera de todo, que era un francotirador y que tal vez había matado a alguien o que había hecho algo malo en la vida, y que ella Alcina, quedó atónita, estupefacta, lerda, y tonta, cuando supo de todo, se sentaron los dos y se llenaron de una charla y un diálogo muy ameno, pero, él Vittorio, esperaba fidelidad, confianza, una compañera que lo amara y que lo entendiera, y lo amara como es él, pues, no halló nada de eso, sino felonía y traición, y eso a él, a Vittorio no le hacía el mayor grado de insatisfacción en su corta, pero, extensa vida. Sino que no aceptó la forma en que ella reaccionó dejando atrás todo lo sucedido, cuando en ella, Alcina, se vió atrapada y sin poder escapar del amor, del amor de Vittorio. Y comienza una cadena de correr y de tratar de escapar del amor, siendo el amor verdadero la que encontró como mujer y compañera del francotirador y la que más le gustaba a Vittorio. Alcina indagó una sola pregunta, la cual, ni preguntó al ver el rifle de alto calibre, quedó lerda y tonta y atónita nunca había visto semejante tal cosa. Y cuando salió despavorida de la habitación le estregó en la cara que no lo quería volver a ver. Cuando en la función estelar del corre corre en el hotel viejo italiano, “La Via dell’amore”, sólo se dió de cuenta de algo Vittorio, de que no tendría ni cómo ubicar o localizar a la señorita con que se había enamorado verdaderamente y sí, que la quería como mujer, como esposa y como amante y la cual, era la perfecta para él, para Vittorio, si podía ser buena compañera y esposa y mujer soportando a un hombre así. Si en el ámbito terrestre se dió un corre corre por todo el hotel tratando de escapar... ¿de un depredador o de un depravado o del amor?, solamente Alcina lo sabía, ¿cómo llegar a ese amor directo a la furia del mismo corazón?, y ¿cómo saber que la suerte era verdadera o fantasiosa?, si sólo quería amar a Vittorio y Alcina lo sabía, la italiana con un redoble del latir en el corazón, y ella era la perfecta para Vittorio, y él, sólo lo que quería era que ella comprendiera a un hombre así. Y Vittorio corre que corre detrás de ella para poder hallar y poder alcanzar lo que quería más de ella que era su amor incondicional. Si en el mayor trance de la verdad y del corre corre cuando en el delirio y tan frío como saber que el desafío era como el amor sin esperanzas, como el tiempo sin horas, como el cielo sin sol ni lluvia, como el deseo en el corazón, como el amor sin esperar nada a cambio, como el mar perdido en que se da la mala suerte de ser un náufrago perdido y sin puerto seguro, como el aire sin su perfume, como el volar con alas mojadas, como el rico sabor sin gusto, como lo que más tocas en lo intocable, como el ingrato porvenir en dar la mala suerte, y como el suave dolor que sientes en el corazón si no está junto a tí. Fue como dar el principio en el alma cuando en el instinto vió el final llegar de ese amor clandestino, pero, tan puro y tan leal, como un mismo ojo con el otro ojo. Y la dicotomía del corre y corre se bifurcó en la salida del hotel, él Vittorio aceleró el correr y la atrapó en una esquina por tan sólo escapar del amor, y le dijo mucho, que quería sólo hablar con ella de toda su vida, y que ella lo comprendiera y lo soltó brúscamente de los brazos de ella y se fue lejos y sin dejar cómo comunicarse y dónde y cómo localizar a Alcina y más sin dejar rastros de ella ni huellas indelebles más que el amor en el mismo corazón, y él, Vittorio quedó huérfano de amor, e invisible de odios y de amor también. Si cuando cayó en cuenta de que ella era lo mejor en la vida de Vittorio, y se sintió con un super poder de frenar tal situación, pero, era demasiado tarde para ello. Y se dibujó en su rostro una gran tristeza, y se dijo para sí, otro error mayor en su corta, pero, extensa vida. Cuando en el empate de todo, todo quedó como cojo, pues, el rencor, el odio y la ira insolvente llenó en el alma por un tiempo en que trató de escapar del amor. Cuando en el trance vivido se filtró una verdad y era que ella escapa del amor, pero, ¿cómo es posible que el amor pueda escapar del amor?, cuando su manera y su forma de ver el instante en que se cree que el deseo es nuevo cuando el alma sólo solloza de espantos y de terror cuando en el alma no dió cuando en el aire no le dió el aroma a vivir, sino querer escapar del amor y sin más que el propio instinto cuando en el alma se identifica como la forma más increíble de creer en el amor y aunque sea a ciegas. Y escapar del amor yá no podía más, si el francotirador Vittorio yá la persigue y la atosiga ciegamente. Cuando en la penumbra y en la soledad se deriva una terrible mala sensación de creer perdidamente que había escapado del amor, pero, no, ni aún así. Si en el tiempo, y en la manera vil de creer en el amor creyó en el pasaje vivir sin misericordia alguna, Alcina. Si en el combate de ver el cielo de tormenta se testificó en el alma un sólo amor y para la eternidad sin saber que él, Vittorio sería el amor de su vida. Y se fue por el rumbo incierto que dejó marcando y por creer en el tiempo y en la mayor parte de su tiempo que escapar del amor le será verídico y real. Cuando sus deseos fueron como el imperio o como el mismo fuerte final dentro del ocaso muerto, cuando se fue por el tiempo y más por el ocaso frío cuando llegó otro atardecer sin soles calurosos destrozando la vida en una lluvia sin frenesí. Cuando en el deseo se enfrió en el alma de un pasaje muerto y tan vivo como el mismo imperio destrozando la cabeza pensando en lo que hizo Alcina, el amor y con un sólo hombre. Él cual, desató una euforia autónoma de creer en el desierto mágico de atraer en el comienzo una furia de una clase de elegancia por parte de Alcina. Cuando en el rumbo incierto y sin la dirección correcta corrió y corrió olvidando el trance de poder recordar todo lo sucedido. Cuando en el olvido no pudo más que recordar haber amado a un hombre y en aquella habitación donde el desenfreno del amor no tuvo más pudor que la pasión a rienda suelta. Cuando en el amor se da como el instinto de fiebre de creer en el alma y más en el deseo de creer en el olvido, pero, no, no quiso olvidar a Vittorio. Si Alcina se vió como el instinto frío y como el desenfreno cálido de creer en el terreno frío de haber amado como el más frío de los desastres cuando un Vittorio lo recordó en su lindo, pero, tosco corazón. Cuando en el trance de vivir seriamente entre los buenos y malos recuerdos en poder vivir sin él, sin Vittorio. Y sí, lo amó intensamente como el haber sido como el paraíso o como el mismo final mal desenlace entre ellos dos. Cuando en el trance de un mal vivir se petrificó la espera y tan inesperada, cuando en el secreto de un buen o mal percance se dió en el aire como el bien o mal común. Y fue un mal común, cuando en el delirio se intensificó más y más, cuando se sintió mal y muy mal por haberse entregado a un hombre sin apenas conocer. Cuando en el delirio se formó el mal trance de ver el feo reflejo de ese mismo sol, pero, con lluvia y con un cielo tan gris como la vil tormenta. Cuando en el capricho de sentir en el mal desenfreno y sin poder frenar el amor por poder escapar del amor, pero, no quiso que el silencio le invadiera su vida y de un cruel tormento de perder el convite o la comarca de supervivencia cuando autónomo fue el delirio frío y tan nefasto como el mismo tiempo y sin un hombre. Y si estaba en acuerdo como el mismo cielo en caer el sol en el ocaso frío dejando yá la lluvia y estaba fríamente malherida, cuando en el ocaso frío se dió como la misma mala situación en dejar caer el sol, cuando en el instinto se vió como la misma noche fría en pensar en el amor que no quería escapando del amor. Cuando en el instinto se vió aterrado y aferrado el mal infundado de creer en el amor en esclavitud, como un reo y como un preso en la cárcel, debatiendo entre el mal y el coraje, de atraer el mal y la injusta mala situación de sentir el silencio en compás de la mala suerte que traía ese amor y por escapar del amor.
Y Vittorio el italiano francotirador más diestro de los tiempos se acercó al ocaso frío y llegando la noche fría se sintió como el mismo desastre de los instintos suavemente y de creer en el amor incondicional y más de un cruel y vil pasado en que había pasado, fuertemente y débilmente amando a la mujer que encontró y que amaría por siempre buscando un sólo descaro de su corta, pero, extensa vida. Cuando en el embate de creer en el amor, fue un suburbio autónomo de ver el cielo de azul y no de gris, pero, peor aún lo veía de colores, sintiendo caer en el mal desenfreno de mezclar los colores y saber que era como un arcoiris sintiendo decaer y derrumbar su mundo. Cuando pasó el tiempo, y en el ocaso frío descendente se vió frío como el mismo ocaso dejando caer al sol y con él llegar la noche fría y densa. Si en el tiempo, sólo pensó en Alcina, la italiana que conoció en la discoteca del hotel viejo italiano “La Via dell’amore”. Cuando su instinto se vió tornando la frialdad de un ocaso frío, cuando se vió el delirio intensificando la mala cobardía de no hallar, otra vez, a esa mujer que él, sabía que era la única en su vida y la que quería para siempre en su corta, pero, extensa vida. Cuando en el sentir debió de creer Vittorio, en el mal ocaso cuando en el instinto debate entre la magia de creer en el mal combate de creer en el frío y en el mal comienzo en creer en el amor a ciegas. Cuando se derrumbó el terreno nuevo Vittorio, creyó en el opuesto combate de ver el siniestro cálido y su rifle cayó en combate y todo por una mujer que sabía que era su mujer y para toda la vida. Cuando en el delirio delirante de un todo se dió lo más funesto y lo más terrible en saber que el mal desastre se vió alborotando todo como el instante insolvente de creer en el amor perdido. Cuando se formó el mal ingrato dolor de haber dejado una cruz en su vida. Y Vittorio decidido y no en calma se destrozó la forma y la manera de ver el destino y el camino frío sin la mujer llamada Alcina, que amaba tanto. Como en el suburbio de lo acontecido se ofreció la forma de atraer la forma más efímera de sentir el silencio en camisas sudadas por buscar y no hallar el amor, el coraje del amor sintiendo a la mujer que él, Vittorio, amaba tanto. Cuando en el deseo de convertirse en el hombre, el cual, ella quería entregarse más, pero, aunque no dió la talla, él, Vittorio anhelaba tanto en ser su hombre, pero, falló en algo que en ser un francotirador no era la buena suerte para la italiana llamada Alcina. Cuando el enredo más conceptual de todo, se buscó una sorpresa y él, Vittorio, quedó huérfano de dolor, de una cicatriz sin curar y por una herida sin hallar sanación, cuando el tiempo, sólo en el tiempo, no se curó el deseo de hallar lo que más ocurrió en el desenfreno de querer haber amado a Alcina, como su mujer más amada. Cuando en el embate de creer en el amor de Vittorio Alcina sólo quedó tratando de olvidar lo que más pasó, un amor como el deseo de un sólo error en el dolor de ser amada y por un solo francotirador llamado Vittorio un italiano rudo y tosco.
Continuará………………………………………………………………………………………
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de mayo de 2021 a las 00:02
- Comentario del autor sobre el poema: Vittorio trata de enamorar con zalamería a Alcina una italiana tímida que no ha hallado el amor todavía en su vida, pero, ella escapa del amor cuando no le conviene…. porque él era francotirador y ella lo amaba, pero, no quería poner su vida en peligro....Mi 19na novela corta del año 2021….Mi #57 de novelas cortas hasta el año 2021…
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
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