La casa número treinta.

Cambie de dirección el pasado mes, me mude a nuestra casa de ensueño, recuerdo que siempre hablábamos de tener esa casa soñada porque queríamos que nuestros futuros retoños anduvieran corriendo por todo el patio. Tus ojos se iluminaban y saltaban de alegría, te mostrabas fascinada pensando en las remodelaciones que podríamos hacer. Estabas muy feliz por ambos porque ese iba a ser nuestro nido de amor. 

Pero hoy entre a la casa, y estaba desolada. Había eco, hacían falta tus voces y risas para que llenaras de magia ese espacio. Estuve sentado en el piso, llorando porque tú no estás aquí. Perdiste el camino a casa, seguro alguien más te esta robando el sueño ahora. ¿Cómo ha sanado tan rápido tu corazón? Me dijiste que siempre estaríamos juntos y estoy aquí solo en esta casa tan grande y vacía. 

Hoy fui a la parte trasera y vi el jardín e imagine que estaba regando las flores junto a ti, nos imagine sentados en el pasto comiendo picnic y llenándonos de besos. Imagine que tal vez pudo ser bueno levantarnos tarde los domingos y dormirnos abrazados, también irnos de madrugada a la cama porque estaríamos viendo nuestra serie favorita, pero ya no estas más aquí, y si crees que me rompiste el corazón pues me rompiste mucho más que eso.

Corredores vacíos, ventanas empolvadas, altos peldaños, closets desiertos, alcobas desocupadas. Aun sigo viendo tu imagen en el tejado observando las estrellas, aun te veo en el cobertizo concentrada leyendo, no me permito ir a los lugares que frecuentábamos porque duele que no estés conmigo y todavía te amo a montones. 

Mesas de roble en las que te subía para embriagarnos de besos, amor todavía escucho el sonido de tu voz cuando me llamabas para almorzar, comíamos agarrados de la mano. Y sé que te has ido, pero te extraño tanto, estoy tan solo y triste en esta casa blanca empañada de grisura porque no vienes y le pintas un paisaje. Ya sabes bien cual es la dirección, es la casa número treinta. 

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