Hoy a ti he vuelto
y con la mirada
por el dolor nublada
te contemplé mi querido Huerto.
Hacia mis ojos
una lágrima acudió
pero de ellos
el llanto no brotó.
Porque ya, tu no perfumas el aire con tu olor,
pues la mano del hombre segó tus naranjos en flor.
El agua no correrá
por tus regaderas,
llevando frescura
al árbol que la espera.
Porque la mano del hombre los cortó
para que yo, te cantara en mi dolor.
Ya del verdón ni del jilguero en mi quimera su canto escucharé,
ni sentado bajo la majestuosa higuera tu aire respiraré.
Porque ella, también murió
Dando su vida por las heridas que el hombre le incrustó.
¡Oh! pobre ruiseñor, de mis añoranzas amigo
cuán grande es tu dolor, entre las zarzas escondido,
ya no volveré, bajo los álamos, tus trinos a escuchar,
porque a la mano del hombre, su sombra fue a estorbar.
Así como mi corazón late en mi pecho, triste y desvalido,
tu canto se quiebra, hoy desde tu lecho, ya por nadie oído.
¡Oh! como te recuerdo, mi alberca amada,
con tus cristalinas aguas,
donde mi dicha y mi paz se reflejaba
de rosas siempre perfumada,
hoy triste y enturbiada,
porque solo en ti se refleja
la luna, en la noche clara.
Hoy las rosas que conmigo amabas
todas están marchitas y deshojada,
porque a la mano del hombre le interesa
más, su riqueza, que tu olor o tu belleza.
¡A dónde fue nuestra casa amada?
Aquella que en las tardes cálidas de verano me cobijaba.
¡Tú casa! Donde la más Pura de las Vírgenes, me contemplaba
mientras, las estrellas en mi alma juvenil eran deseadas.
Como lloro, hoy al contemplar, el altar más puro
convertido por la mano del hombre en el redil más obscuro.
¡Y tú, mí amada fuente!
¿a dónde fuiste?
ya no veo, tus aguas sonrientes,
y con tu cantar, ¿qué hiciste?
¡Oh! como la mano del hombre te ha obligado,
llevándote prisionera por caminos no deseados.
Hoy mis ojos no aciertan a ver tu reír
pues fuiste privada de la libertad,
como mi dolor es tu sufrir,
ya ni siquiera puedo, ver tu llorar.
Hoy en ti mi amada huerta
solo queda el verde color
¿esperanza o dolor?
no lo sé, si estas muerta.
Tú eras un jardín de olores
colmada de pajarillos de mil colores.
Ahora solamente eres un prado
por la mano del hombre cegado.
El recuerdo de aquel otro Hombre viene a mi mente.
Como desde su gloria debe llorar tu perdida. Tu muerte.
Porque como a la más bella novia, te llevo a los altares
fresca, blanca, sonriente, colmada de rosas y oliendo a azahares
y por la más bella orquesta fuiste acompañada,
por coros innumerables de pajarillos formada.
Y fue aquel otro hombre cruel
quien clavó su puñal sembrándote de hiel.
Pero tú como Lázaro espera la voz,
como el arpa esperó en su rincón,
como desolado y triste espera mi corazón.
- Autor: ARCOVOLTAICO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de junio de 2021 a las 05:33
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: Augusto Fleid
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